EL MAIL
Querido Gustavo,
Debo decirte que estoy
sorprendido con el mail que mandaste solicitando la convocatoria de todo el
personal para que demos nuestra opinión sobre la situación actual y, en
especial, de la nueva competencia que está buscando gente. En 17 años que
trabajo acá, es la primera vez que nos llamás a todos y no solamente a tus dos
laderos que no se despegan de vos ni para ir al baño. Es buena señal, significa
que abriste el horizonte y buscás más opiniones. Si no estuvieras tan
desesperado, sé que no lo harías pero, sea cuál sea el motivo, celebro tu
decisión.
¿Cuánto hace que estás
en el rubro? Lo creaste vos. Fuiste un innovador al convertir una changa en un
servicio permanente. Podemos decir que sos el padre fundador de la actividad.
Fue algo fantástico. Pero cuando todo esto dejó de ser la novedad y al ser vos
el único que lo hacía, te pasó lo peor que le puede pasar a una persona: te
aburguesaste. Al ser el único, ya te empezó a dar lo mismo si lo hacías bien o
no. Si el servicio era eficiente, el mérito era tuyo. Cuando era deficiente, la
culpa era de alguno de nosotros. Cada vez que un cliente llamaba enojado,
tenías que echarle la culpa a alguien, no vaya a ser que hagas algo mal. Eso te
lo recordaban tus dos alcahuetes.
La competencia, tarde o
temprano, iba a aparecer. Que no lo hayas querido ver, que pensaras ser el
único en el rubro, habla mucho de tu nivel de soberbia. ¿Te sorprende que te lo
diga? Nunca imaginaste que sería yo quien lo dijera, pero tenés que asumirlo.
Durante años hiciste lo que se te dio la gana. Cobraste precios ridículos por
servicios básicos, maltrataste a los clientes, te reíste de ellos, te
vanagloriabas de sacarles plata cuando cobrabas y los tildabas de amarretes
cuando no querían arreglar. Te ganaste la antipatía de todos e hiciste que nos
odiaran. Sé que eso te importó muy poco, es más lo tomabas como un elogio.
Ahora estás preocupado,
tenés miedo de que se lleven a mucha de tu gente, a la que hoy le pedís
fidelidad pero que durante tanto tiempo no dudaste en despreciar y maltratar.
Pero creo que lo que más te asusta es tener que empezar a tratar a todos como
seres humanos, además de tener que aumentarnos los sueldos. Eso es lo que más
te debe doler seguramente. No supiste entender que todo avanza y es por eso que
te estancaste. Ni siquiera tuviste la inteligencia necesaria y suficiente para
manejarte en forma un poco más diplomática. Si lo hubieras hecho, hoy no
tendrías competencia. Yo te quise avisar, pero no me escuchaste. No puedo dejar
de repetírtelo: te lo dije.
A todo esto, quiero
decirte que se contactaron conmigo y acepté inmediatamente la oferta. Me dan mi
propia oficina, con una vista que no hubiera soñado nunca en mi vida de haber
seguido con vos. Va a ser divertido ver como intentás ofrecerme más plata, pero
lo mejor de todo va a ser ver cómo te tratás de autoconvencer de eso. Desde ya
te digo, te voy a escuchar pero nada más que para ver tu cara de desesperación.
Es más, filmaría toda esa escena. No solamente me voy a ir yo, tantos otros
muchachos muy valiosos se van a ir, hartos de tu altanería y mal trato. Cuando
todo este tsunami arrase, te vas a quedar sólo. Ni esos dos chupamedias te van
a quedar, si es que ya no se fueron.
Por un lado, me apena
tener que dejar atrás 17 años en los que, a pesar de todo, aprendí mucho. Pero
es hora de volcar todo ese conocimiento en otro lado e iniciar una nueva etapa.
Hubiera deseado que las cosas fueran distintas, pero vos hiciste todo lo
posible para que no lo fueran. Espero que tengas suerte.
Saludos.
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