EL CIERRE DE LA CASA


 

No entendí por qué me eligió a mí para esta tarea. No sabía si sentirme honrado o fastidiado. Cerrar una casa a la que nunca había entrado me parecía, por demás, muy extraño. Convengamos que Guido es un tipo raro. Hoy puede estar en Buenos Aires comiendo choripán en La Boca, y mañana el tipo puede aparecer en Copacabana tomando agua de coco, sin ser multimillonario. O decidir largar todo y cerrar su casa para irse a vivir a Villa del Dique con su nueva novia.

Cuando llegué a la casa, me preguntaba cómo sería. Me imaginaba un claro reflejo de lo que es él. Y así fue, aunque no dejé de sorprenderme. Al abrir la puerta, salieron rodando dos o tres botellas de vino vacías. La imagen del salón tiene un contraste muy grande. Por un lado, mostraba la faceta de jugador que tiene, con una mesa de póker que tenía restos de cigarrillos, vasos vacíos y cartas tiradas. Sin embargo, las paredes están cubiertas de estantes y bibliotecas, todas llenas. Los libros que hay son espectaculares. Desde literatura clásica argentina con textos de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Ernesto Sábato, hasta Julio Verne, Arthur Conan Doyle y tantos otros. Hay ejemplares de tapa dura sobre historia argentina, latinoamericana y universal. Todos en excelente estado. No sé cómo voy a hacer para llevarme todo eso.

Los pasillos estaban adornados con cuadros que nunca había visto en mi vida. ¿De dónde los había sacado? Me acerqué para verlos de más cerca y no salí de mi asombro, tenían su firma. Me causó gracia hasta que vi su atelier en el primer dormitorio. No conocía esa faceta de Guido, nunca la mencionó. Tendría que ver como organizar una exposición con todos estos cuadros. Además de bien hechos, se ve que los hizo rápido. El atelier estaba con algunas pinturas ya terminadas y otras dos por la mitad.

Quedaban dos dormitorios más. En uno estaba el escritorio, lleno de fotos sueltas y portarretratos. No dejé de sorprenderme de ver a Guido con tantas celebridades y en lugares a los que ni en sueños podría acceder el común de la gente. Tampoco me imaginé que fuera futbolero, jamás habló de fútbol. Hay fotos autografiadas por figuras de ese equipo al que no voy a nombrar. También otras en los palcos, rodeado de gente importante. Miralo vos a Guido. Yo lo tenía solamente como un bohemio, no como un bon vivant. Cada vez estoy entendiendo por qué me eligió a mí. Quería mostrarme cómo es él en realidad. En el fondo, no sabe cómo hacerlo y no sólo conmigo. Si yo le llegara a contar al resto de los muchachos todo lo que vi en esa casa, más de uno no me va a creer. Nunca invitaba a su casa a ninguno de nosotros, la usaba para timbas. En el fondo creo que quería separar los tantos, nosotros somos los amigos, no los compañeros de juego.

Dentro de su desorden, tiene las cosas muy claras y ordenadas. Su casa lo refleja. Tiene su zona de vicios, como su zona recreativa y cultural y, también, tiene muy en claro quiénes son sus amigos y quienes no. Detrás de ese personaje, se esconde una gran timidez. Quedate tranquilo Guido, tus cosas están en buenas manos.

El Puma

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