HISTORIA DE LOS MUNDIALES: URUGUAY, PRIMER ANFITRIÓN Y CAMPEÓN
El fútbol era un deporte que crecía a velocidad vertiginosa en los comienzos del siglo XX. Muchas ligas locales crecían tanto en Europa como en América del Sur. La idea de organizar un campeonato mundial de fútbol nació casi que al mismo tiempo que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (F.I.F.A), en 1906, pero no se contaba con la infraestructura para poder organizarlo. Por ello, se acudió al Comité Olímpico Internacional (C.O.I) para que se incluyera al fútbol en los Juegos Olímpicos. Finalmente, se decidió que el primer campeonato del mundo se disputaría en 1930 y el presidente de la F.I.F.A, el francés Jules Rimet, se inclinó por hacerlo en Uruguay, por encima de varias sedes europeas propuestas. La decisión se tomó en base a que se cumplían 100 años de la independencia uruguaya y que la selección "Celeste" venía de ser campeón en las últimas dos ediciones de los Juegos Olímpicos (1924 y 1928).
Para la ocasión, las autoridades uruguayas construyeron el mítico estadio en Montevideo, al que bautizaron Centenario, por la celebración de cumplir un siglo de independencia. El local era amplio favorito y llegó a la final sin inconvenientes para encontrarse con su máximo rival de esos años: Argentina. Los "albicelestes" habían perdido la última final olímpica y estaban con ganas de revancha. Ese partido se jugó el 30 de julio de 1930 en el citado estadio Centenario. En los primeros 45 minutos, Argentina ganaba por 2 a 1, con goles de Carlos Peucelle y Guillermo Stábile (máximo artillero de ese torneo), tras revertir el 1 a 0 inicial que había concretado Pablo Dorado. En el segundo tiempo vino el aluvión "Celeste": un gol de José Pedro Cea, otro de Victoriano Santos Iriarte y el último de Héctor Castro sobre el final, selló el gran triunfo de Uruguay y consolidó a los "charrúas" como los dominadores del fútbol en ese tiempo.
Se han tejido varias historias sobre lo que sucedió en el entretiempo, pero ninguna de ellas ha podido ser comprobada. Desde amenazas hasta hechos violentos, no dejaron nunca de formar parte del mito. Francisco Varallo, miembro del plantel argentino, acusó varias veces públicamente a algunos de sus compañeros (a quienes no nombró) de no poner todo lo que se debía poner en esa final, en un acto tanto de irresponsabilidad como de de egoísmo. La única realidad es que Uruguay se consagró campeón del mundo en la primera edición de la historia de los mundiales y con pergaminos más que suficientes como para erradicar sospechas y comentarios.
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El Puma
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