HISTORIA DE LOS MUNDIALES: 1938, EL HONOR DE ITALIA QUEDÓ INTACTO



    En las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, se disputó el Campeonato del Mundo de 1938. Luego de una disputada votación por la sede, se decidió que dicho evento se disputara en Francia, cuando todo parecía indicar que se haría en Argentina. Por ello fue que la selección albiceleste no se presentó a jugar el Mundial. También se había postulado Alemania, pero al haber albergado los Juegos Olímpicos dos años antes, se descartó esa posibilidad. El clima en el Mundo era muy pesado. Austria, que estaba clasificado, no disputó el torneo por haberse anexado a la Alemania nazi. 

    Italia defendía el título y, a pesar de también haber obtenido la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Berlín, debía demostrar que lo logrado en 1934 no fue casualidad, ni por la ayuda del régimen fascista comandado por Benito Mussolini. 

    Brasil representó a América del Sur con un gran equipo y con un enorme goleador como Leonidas Da Silva. Hungría y Checoslovaquia eran, en la previa, serios candidatos al título. Francia, el local, era un equipo complicado, pero no era de los serios aspirantes a ser campeones. 

    En los cuartos de final, el local chocó con el campeón vigente en el estadio Olympique de Colombes, de la capital francesa. Allí se produjo un momento tenso. Italia solía realizar el saludo romano (mal llamado saludo fascista) por imposición de su régimen, durante la entonación de su himno nacional. En la previa, estaba la duda de si debía realizarlo o no. Si lo hacía, el público local, sumado a los italianos exiliados, lo iba a abuchear. Pero si no lo hacía, iba a sufrir las consecuencias al regreso. Finalmente lo realizaron, aunque de manera algo tibia, que no evitó el abucheo unánime de la gente que asistió a ese partido. Sin embargo, lejos de amedrentar al equipo dirigido por Vittorio Pozzo, lo motivó y se impuso por 3 a 1. 



    En la semifinal, Italia chocó con Brasil. El optimismo era tan grande entre los "verdeamarelos" que ya tenían sacado el pasaje a París para ir a disputar la final. Más grande aún con la audaz decisión del entrenador brasileño, Ademar Pimenta, de dejar fuera de la alineación a Leonidas Da Silva, Tim y Brandao para tenerlos frescos en la final. Eso fue utilizado hábilmente por Pozzo para motivar a su equipo y ganar por 2 a 1. 

    En la final, venció por 4 a 2 a Hungría sin dejar duda alguna de que en 1934 fue un legítimo campeón y ahora lo reafirmaba en una nación hostil. Esta vez no había argentinos en el plantel, pero sí un uruguayo: Miguel Andreolo. Este Mundial dejó de lado las suspicacias e hizo justicia con un gran equipo campeón. Italia ganaba su segundo título consecutivo y, al día de hoy, Vittorio Pozzo es el único entrenador en la historia de los Mundiales en haber obtenido dos Copas del Mundo. 

El Puma

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