CESKO ARGENTINSKY, CAPÍTULO 7
Los días siguientes fueron tranquilos
para Lenka. No pasaba por su casa y estaba más tiempo con su hijo. Michal, por
su parte, parecía no reaccionar, como si el golpe recibido hubiese sido letal.
Salía todo el tiempo, caminaba, permanecía todo el día afuera.
Cuando ella decidió volver, él no
estaba. Creyó que se había marchado, pero al llegar al dormitorio encontró sus
cosas allí. Enfureció, pensaba en llamar a la fuerza pública y en el momento de
tomar el teléfono, su esposo entró. “Creí haberte dicho que te fueras en una
semana”, comenzó firme. “Lo siento, tuve unos días complicados”, respondió con
un tono tan suave que la tomó por sorpresa. “Tengo que ir al hospital –
continuó – me hice unos análisis y hoy me dan los resultados.
-
¿Por qué te los hiciste ahora y no antes como te sugerí?
-
Es cierto, siempre tuviste razón. Me venía sintiendo mal hace varias semanas y
decidí no posponerlo más. Ahora voy a que me den los resultados. Me gustaría
que vengas conmigo.
-
Pero…
-
Después de que me den los resultados, prometo que me voy y no sabrás más nada
de mí”.
Accedió y acompañó a su esposo al
hospital. Llegaron y los esperaba el médico. “Buenas tardes señora, soy el
doctor Vacek. Tomen asiento por favor”. Sacó un sobre y retiró una placa. Luego
de observarla con mucho cuidado y unos segundos de silencio, comenzó: “Me temo
que las noticias no son buenas. Usted tiene un tumor muy cercano a la cadera.
Tendremos que extirparlo para analizar si es benigno o maligno, pero debo
advertirles que hay riesgo de que pierda la movilidad y no pueda volver a
caminar. Es una posibilidad muy concreta”. Michal miró hacia abajo acongojado.
Tomó la mano de Lenka, la miró fijo buscando una respuesta que no llegaba y,
luego de unos segundos, le confirmó al médico que correría el riesgo y se
operará. Ella dejó de lado las diferencias y decidió acompañarlo.
Continuará...
El Puma
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