CESKO ARGENTINSKY, CAPÍTULO 12


 

          Pedro sabía lo que debía hacer, pero ignoraba cómo. No tenía pruebas evidentes para incriminar a Michal más que esa imagen repetida en su mente una y otra vez. Deseaba más que cualquier cosa desenmascararlo frente a Lenka y quedarse con ella. La llamó por teléfono y la citó para almorzar. Se encontraron en el centro de la ciudad, cerca de la Plaza San Venceslao.

          Llegaron puntuales a la cita. “Te ves cansado, arrancó Lenka.

-         No pude dormir, tuve una mala noche.

-         ¿Por qué?

-         Me costó conciliar el sueño. Vos, ¿qué hiciste?

-         Yo terminé tarde de trabajar y me quedé durmiendo en casa de mis padres.

-         ¿Y con quién dejaste a Michal?

-         Con una enfermera.

-         ¿Volviste a tu casa hoy?

-         Aún no.

-         ¿Hablaste para ver cómo estaba todo?

-         Sí, me dijo la enfermera que estuvo todo tranquilo.

-         ¿Te contó del espectáculo de Michal con una bailarina?

-         ¿De qué estás hablando?

-         Del baile de tu “inmovilizado” marido en un bar de Mala Strana.

-         ¿Vos me estás hablando en serio?

-         Por supuesto.

-         No puedo creer lo que me estás diciendo.

-         Creelo, es la pura verdad. Tu marido y el médico que lo atiende estaban casi desnudos con una bailarina en un bar.

-         Es imposible.

-         No lo es.

-         Es increíble que estés inventando historias.

-         No estoy inventando, Lenka. Es un farsante.

-         Ya sé que tiene mal carácter y es egoísta, pero es incapaz de algo semejante.

-         ¿Estás segura?

-         Totalmente.

-         O sea que no me crees.

-         No te puedo creer algo semejante.

-         Bueno, entonces no hay mucho más por hablar. Sólo te digo una cosa, ¿no es demasiada casualidad que justo cuando le decís que se vaya de tu casa, él se enfermó? No me contestes. Pero te sugiero que te cuides y averigües en qué anda”.

          Pedro se levantó y se fue sin darle a ella la posibilidad de seguir hablando. Ambos estaban enojados. Él se dirigió al hotel y ella se quedó sentada intentando entender qué pasaba.

Continuará...

El Puma

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