EL MAESTRO MERECÍA OTRO FINAL
Una era de quince años terminó como no debía. Una etapa muy exitosa en mucho tiempo, en donde la selección uruguaya volvió a tutearse entre los grandes, recuperando un lugar que jamás debió perder. Corría el año 2006 y la "Celeste" había quedado afuera del Mundial en un repechaje ante Australia. El combinado oriental faltaba a su tercera cita de las últimas cuatro y la gloria del 30, 50 más las dos medallas doradas en los Juegos Olímpicos quedaban cada vez más lejos. En ese entonces, la Asociación Uruguaya de Fútbol acudió a un viejo conocido, no solamente por haberse sentado en el banco de suplentes y haber obtenido una Copa América en 1987, sino por su probada capacidad y trayectoria. Campeón de la Copa Libertadores con Peñarol, del torneo Apertura argentino con Boca Juniors, tras 11 años de sequía, el "Maestro" Oscar Washington Tabárez se mostraba como el hombre capacitado para despertar a Uruguay. Para eso, debía lograr convertir a las grandes individualidades en un equipo. Jugadores consagrados como Diego Forlán y Diego Lugano, otros en vías de hacerlo como Luis Suárez y Edinson Cavani, debían rodearse de gente que los acompañara pero que, a la vez, se sintieran importantes. Así es como aparecieron Egidio Arévalo Ríos, en la mitad de la cancha, Fernando Muslera adueñándose del arco celeste, Diego Godín siendo caudillo en la última línea, Martín Cáceres sobre el lateral derecho, Cristian "Cebolla" Rodríguez ayudando en la creación, como así también Nicolás Lodeiro, y tantos otros más. El "Maestro" había logrado la unidad, un proyecto de equipo en el que todos tiraban para el mismo lado, obteniendo grandes resultados, como el cuarto puesto en el Mundial 2010, la Copa América en 2011, eliminar a Inglaterra y a Italia en 2014 y llegar a los cuartos de final en 2018, dejando en el camino a Portugal con Cristiano Ronaldo y cayendo en cuartos de final ante Francia, a la postre campeón.
¿Quién podía cuestionar a este equipo y, en especial, al cuerpo técnico? Aunque parece increíble, el resultadismo berreta consigue borrar todo de un plumazo. El camino de Uruguay en las eliminatorias sudamericanas parece bastante sombrío, a pesar de que tiene chances ciertas de clasificar al Mundial (está un punto por debajo de los dos últimos que entran en la clasificación actual). En los últimos partidos, fue goleado por Argentina y Brasil en condición de visitante, volvió a caer con el equipo albiceleste en Montevideo y en su último compromiso, cayó estrepitosamente ante Bolivia por 3 a 0. Las críticas, algunas fundadas y tantas otras malintencionadas, hicieron mella en el cuerpo técnico. En la última conferencia de prensa, Tabárez terminó visiblemente molesto por algunas preguntas y el tenor de las mismas y, contrariamente a lo que acostumbra, sorprendió con el modo de sus respuestas. El "Maestro" conocedor del triunfo, pero también de momentos difíciles, quería quedarse a pelear hasta el final e intentar ubicar a Uruguay en el Mundial por cuarta vez consecutiva, sin embargo, la Asociación Uruguaya de Fútbol no soportó las críticas y decidió cerrar un ciclo de 15 años y borrar con el codo todo lo que se escribió con la mano exitosamente.
Sin dudas que este es un triunfo del resultadismo, ese que elimina años de trabajo arduo y serio por una pequeña seguidilla de traspiés. ¿Uruguay está afuera del Mundial? Para nada, tiene chances ciertas y concretas de poder entrar, además de matemáticas. ¿Jugando así puede entrar? Muy difícilmente. ¿Puede jugar mejor? Sin dudas, tiene plantel, individualidades y corazón de sobra para hacerlo. ¿Era el momento de dar este golpe de timón? Se busca un impacto al tomar estas decisiones, pero este plantel tiene el suficiente amor propio como para darlo sin este tipo de medidas. Esta historia no merece escribirse así y un entrenador del calibre de Tabárez no merecía terminar su ciclo de esta manera.
El Puma
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