LA ERA DE LOS TORNEOS CORTOS: VÉLEZ ANOTÓ SU NOMBRE EN LA HISTORIA GRANDE
Corría la década del 90 y se desarrollaban los torneos cortos. Hasta comienzos de 1993, River Plate, Newell´s Old Boys y Boca Juniors habían obtenido el título aunque sea una vez. Varios equipos habían sido protagonistas, pero hubo uno que venía haciendo las cosas como para ser campeón en algún momento, que venía incorporando jugadores de gran jerarquía para que el sueño de la vuelta olímpica se hiciera realidad. Vélez Sarsfield contaba con estrellas como Oscar Ruggeri, Ricardo Gareca y José Luis Chilavert, pero le venía faltando el zarpazo final para poder ser campeón. Roberto Rogel, Eduardo Luján Manera, Héctor Veira habían sido los entrenadores que estuvieron cerca de la gloria.
Comenzaba el año 1993, los medios estaban ocupando su tiempo y espacio en el título conseguido por Boca y por la adquisición del goleador de San Lorenzo, Alberto Federico Acosta, por parte del club "xeneize". Se descontaba un posible bicampeonato con tal refuerzo. También llegaba a Boca, el volante central titular de Vélez, Alejandro Mancuso, quien comenzaba a ser habitué en la selección argentina. En Liniers, llegaba un hijo de la casa a asumir como entrenador. Carlos Bianchi había sido partícipe de el único equipo de la V azulada que había sido campeón en 1968. Goleador implacable, convirtió 206 goles en Vélez y no faltan especialistas asegurando que el "Virrey" podría haber sido el máximo goleador de la historia del fútbol argentino de no haber tenido la grave lesión que tuvo.
Bianchi estaba retirado y alejado de todo lo relacionado al fútbol. En pleno "exilio" en París, le dijo a su esposa "necesito que me puteen 40 mil personas" y firmó con el club de sus amores. Nadie entendía esa contratación. Los críticos decían que hacía tanto que Bianchi no estaba en Argentina y no estaría familiarizado con el día a día de la liga local. Y más cuando desde Liniers se fueron Mancuso y Gareca. Ruggeri se había ido seis meses antes. Los "especialistas" lo descartaban como candidato. ¿Habrá sido eso lo que necesitaba?
De entrada se notó un Vélez distinto. Ordenado de atrás hacia adelante, con un Chilavert que se convertía en baluarte, acompañado por Roberto Trotta y Víctor Hugo Sotomayor en la zaga central, Héctor Almandoz por el lateral derecho y Raúl Cardozo por el izquierdo. El mediocampo contaba con Christian Bassedas, el cerebro del equipo, el que hacía el trabajo a veces invisible pero que se notaba mucho cuando no estaba en la cancha. Walter Pico, que había llegado de Boca, era otro incansable carrilero. José Basualdo era el patrón del centro y Marcelo Gómez el recuperador que se había ganado el mote de "Pulpo".
Adelante, dos tanques: Omar Asad y José Oscar Flores. El primero, de baja estatura, morrudo y de mucha potencia, daba dolores de cabeza permanentes a las defensas rivales. El "Turu", también morrudo pero de mucha altura, era el goleador. Para su relevo, estaba Esteban González, goleador de raza que estaba siempre listo para dar una mano. Casi en silencio llegó a las últimas fechas como puntero indiscutido. Una vez que Vélez anotó su nombre dentro de los campeones, se quitó una pesada mochila de encima y fue por más. A partir de 1993, los de Liniers se empezaron a codear con la historia grande del fútbol argentino.
El Puma
Comentarios
Publicar un comentario