EL JUICIO A MERCEDES VLAOVIC, CAPÍTULO 9
El
siguiente testigo era Pedro, hermano de Daniel, quien luego de jurar comenzó a
ser interrogado por el fiscal. “Señor Vlaovic, díganos como era su relación con
su hermano.
- No muy
buena, teníamos personalidades distintas.
- ¿Y con su
cuñada?
- Buena.
- ¿Podría
decirse que es una relación formal?
- Un poco
más que formal.
- Más bien tienen
buen trato.
- Sí señor.
- Sabía
usted de los engaños de su cuñada.
- Más que
nada por rumores.
- ¡Nada más!
¿Nunca la sorprendió en una actitud sospechosa?
- No señor.
- ¿Le habló
alguna vez de su matrimonio?
- Sí, aunque
no hacía falta. Saltaba a la legua que era un fracaso.
- ¿Es cierto
que buscaba consuelo con usted?
- Una vez
que llegué a su casa, la vi llorando y la consolé.
- Sólo una
vez. Tengo entendido que son buenos amigos, ¿o hay algo más?
- Somos
buenos amigos.
- Esa
amistad es la que lo distanció de su hermano, ¿no es cierto?
- Podría
decir que es lo que nos terminó de distanciar, nunca fuimos muy unidos.
- ¿Alguna
vez sintió algo más que amistad por su cuñada?
- Puede ser.
- ¿Puede
ser? ¿Nunca deseó a su cuñada o alguna novia de su hermano?
- Alguna
novia de Daniel me ha gustado, debo reconocerlo.
- No así su
cuñada.
- Mercedes
es una linda mujer.
- Es de su
gusto.
- Es una
linda mujer.
- Sólo
linda, nada más. ¿Linda como para observar o para buscar acción, tal vez?
- Señoría,
interrumpió Blanco, ¿a qué lleva todo esto? Si vamos a hacer un concurso de
belleza y elegir a Miss Universo, yo diría que lo hagamos en otro lado.
- Señor
Elvira, vaya al grano por favor.
- Señor
Vlaovic, ¿ama usted a su cuñada?
- Objeción
señoría, interrumpió Blanco.
- Denegada,
respondió el juez. Quiero escuchar la respuesta.”
Pedro se puso pálido, el fiscal atacó
con más furia recordándole al testigo que estaba bajo juramento. Luego de unos
instantes, cedió y admitió que amaba profundamente a Mercedes. En ese momento
se produjo un tumulto, Collina restableció el orden. Una vez que el ambiente se
calmó, Elvira continuó con el interrogatorio. “Señor Vlaovic, ¿dónde estaba
usted la noche del 24 de septiembre?
- En mi
casa.
- ¿Sólo?
- Sí.
- ¿No fue su
cuñada a visitarlo?
- Apareció
después.
- ¿A qué
hora?
- Como a
medianoche.
- Hay
testigos que dicen que su cuñada había pasado el día entero con usted.
- Así fue,
estuvo en casa y regresó a la suya.
- Y después
de eso, volvió para su casa.
- Sí señor.
- ¿Cuánto
tiempo pasó entre su ida y su vuelta?
-
Aproximadamente una hora.
- ¿No será
que salió a matar a su esposo y volvió?
- Objeción
señoría, interrumpió Blanco.
- Retiro la
pregunta, retomó el fiscal. Señor Vlaovic, ¿Qué estaba haciendo su cuñada en su
casa toda la tarde?
- Había
salido de trabajar temprano y no quiso ir a su casa.
- ¿Tuvieron
relaciones esa tarde?
- Objeción
señoría, volvió a cargar el abogado, es irrelevante.
- Ha lugar.
- Perdón su
señoría. ¿Hablaron de Daniel en esa tarde?
- No señor.
- ¿Está
seguro?
- Sí señor.
- Usted dijo
que amaba profundamente a su cuñada, ¿ella también siente lo mismo por usted?
- Sí señor.
- ¿Se
casaría usted con su cuñada?
- Sin dudas.
- ¡Que
conveniente!
- Señoría,
interrumpió de nuevo Blanco.
- Retiro lo
dicho. ¿Le dijo ella que se divorciaría de él?
- Era su
deseo, pero Daniel no le daba el divorcio.
- Que
interesante. Y durante toda la tarde, no se habló de ese tema.
- No señor.
-
Interesante de verdad. Gracias, no más preguntas”.
Se produjo un silencio de ultra tumba en la sala. El fiscal se sentó en su banquillo, el juez miró al testigo y luego dio otro vistazo alrededor. Pocos segundos después y para romper el hielo, Blanco solicitó un receso hasta al día siguiente. Su tranquilidad ya no era la misma, comenzó a arreglarse el nudo de la corbata y a peinarse con más asiduidad.
Continuará...
El Puma
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