EL JUICIO A MERCEDES VLAOVIC, CAPÍTULO 8
Antes de proceder con su
interrogatorio, Blanco no pudo evitar esbozar una sonrisa. Se controló
inmediatamente, se levantó, acudió a sus permanentes ademanes, miró fijo a la
testigo quien estaba perpleja. “Estamos esperando señor Blanco, dijo Collina.
- Sí
señoría. – Se tomó otro segundo y comenzó - Señora Vlaovic, estoy altamente
sorprendido con su declaración, usted debería haber sido detective, se sonreía
el abogado.
- Objeción
señoría, mi colega se burla de la testigo.
- Señor
Blanco es la última vez que lo advierto por esa actitud, la próxima vez lo voy
a multar por desacato.
- Pido
disculpas a su señoría. – Estaba tentado y se tapaba la boca. Tosió dos veces
más y pudo recuperar la seriedad para continuar con su interrogatorio –. Señora
Vlaovic, le acaba de decir al señor Elvira que siguió a su nuera varias veces y
que la vio entrar a la casa de un hombre. Luego dijo que la encontró en una
plaza con otro. ¿Cómo puede estar segura de que estaba siéndole infiel a su marido?
- Cuando fue
a la casa de Álvaro Spezzegutti, las persianas estaban abiertas y pude ver a
ambos besándose recostados en el sillón.
- Besándose
en el sillón, ¿qué tan intensamente?
- Muy
intensamente, con caricias y manoseos.
- ¿Se quedó
usted mucho tiempo ahí?
- Lo
suficiente como para tener las respuestas que quería.
- ¿De cuánto
tiempo estamos hablando?
- Unos diez
minutos.
- Déjeme ver
si entendí. Usted siguió a dos personas, de las cuáles una sería su nuera. Los
siguió hasta la casa y, al no poder entrar, se puso a espiar por la ventana. De
ahí los vio besándose, muy intensamente, con caricias, manoseos y a punto de
tener relaciones. Y a todo esto las persianas estaban abiertas. Sigo sin
entender mucho.
- No hay
mucho que entender.
-
Evidentemente tenemos inteligencias diferentes.
- Objeción
señoría, replicó furiosamente el fiscal, mi colega se está burlando de la
testigo.
- Ha lugar.
- Retiro lo
dicho, a pesar de seguir sin entender demasiado. Pero sigamos con las preguntas
y relatos. Señora Vlaovic, primero dijo que según los comentarios de los
vecinos, hubo quejas por ruidos, pero después dijo que los espió por la
ventana. ¿Tiene mucho sentido su declaración?
- Claro que
la tiene.
- ¿Por qué
no dijo primero que había espiado por la ventana?
- Se me
olvidó.
- Se le
olvidó. Me parece que es un hecho muy importante como para olvidarlo. Primero
se quejan los vecinos y después usted lo ve.
- Señoría,
gritó Elvira, se sigue burlando de la testigo.
- Señoría,
replicó Blanco, estoy intentando demostrar la contradicción en el testimonio de
la señora Vlaovic. Quiero saber por qué omitió el hecho que estuvo espiando y
por qué habló primero de rumores de vecinos.
- Continúe
abogado, dijo el juez.
- Gracias
señoría. ¿Y bien señora Vlaovic? Sigo esperando una explicación.
- No hay
nada que explicar.
- Pero usted
fue a espiar a su nuera o se guió por rumores.
- Ambas
cosas.
- Ambas
cosas. ¿Y por qué no lo recordó cuando le relató los hechos al fiscal?
- Me olvidé.
- ¿Se olvidó
o perdió el hilo de su relato?
- Señoría,
exclamó Elvira.
- Retiro la
pregunta. Evidentemente no me lo va a poder explicar. Vayamos con otra parte de
su declaración, también afirmó haber visto a su nuera con otro hombre en una
plaza. Antes que nada, ¿está usted segura de que se trataba de su nuera en
ambas situaciones?
- No tengo
ninguna duda.
- Me parece
bien. Cuando vio a su nuera con ese otro hombre en la plaza, ¿cómo estaban
ambos?
- ¿Cómo
dice?
- Lo que
oyó. ¿Estaban agarrados de la mano, acariciándose, besándose, a punto de tener
relaciones?
- Estaban
conversando íntimamente.
- ¿Cómo sabe
eso? ¿Acaso usted escuchó la conversación?
- Lo noté
cuando me vio.
- ¿Su nuera
la habría visto a usted?
- Sí.
- Y, en caso
de que se tratara de su nuera como dice usted, ¿por qué cree que la vio?
- Porque se
puso nerviosa y apuró a Gabriel para que se fueran de allí.
- Pero no
hubo besos ni caricias.
- No señor.
- Primero
dijo que sí.
- Sí hubo,
al principio.
- Déjeme ver
si entendí. Se acariciaron al principio y después dejaron de hacerlo.
- Sí señor.
- ¿Por qué
no lo aclaró?
- Porque no
se me pidió.
- ¿O se le
volvió a olvidar?
- No.
- Esto es
muy confuso. Pero sigamos. Señora Vlaovic, ¿presenció alguna vez una discusión
entre su hijo y su nuera?
- Sí señor.
- ¿Cuántas
veces asistió a discusiones entre ambos?
- Algunas
veces.
- ¿Pocas,
bastantes, muchas?
- No fueron
pocas pero tampoco muchas.
- ¿Intervino
alguna vez?
- Por
supuesto que lo hizo, interrumpió Mercedes.
- Silencio,
gritó el juez. Señor Blanco controle a su cliente.
- Sí señoría
– miró a Mercedes con un aire severo y ella permaneció sentada y en silencio,
luego prosiguió –. Todavía no contestó a mi pregunta.
- Sí,
intervine algunas veces.
- ¿Para qué?
- Tenía que
defender a mi hijo.
- ¿No cree
que ya estaba lo suficientemente grande como para defenderse sólo?
- Objeción
señoría, insistió el fiscal.
- Retiro la
pregunta, continuó Blanco. ¿Presenció alguna vez una golpiza de Daniel a
Mercedes?”
Mariela se quedó en silencio y luego de
unos segundos contestó negativamente. “Señora Vlaovic, debo recordarle que está
bajo juramento, afirmó Blanco, ¿está usted segura de que nunca presenció una
golpiza de su hijo a su nuera?
-
Absolutamente.
- Mentira,
exclamó nuevamente Mercedes.
- Silencio,
gritó el juez. Señor Blanco es la última vez que se lo digo, controle a su
cliente.
- Sí
señoría.
- Continúe.
- Gracias.
Señora Vlaovic, si bien lo ocurrido no es algo normal ni deseado, su nuera
acaba de contradecir su respuesta anterior. Le vuelvo a preguntar, ¿está usted
segura de que nunca presenció una golpiza de su hijo a su nuera?
- Más que
segura.
- ¿Sabe lo
que le puede pasar si comete perjurio?
- Señoría,
intervino Elvira, la pregunta ya fue contestada.
- Concuerdo,
señor Blanco cambie su línea de interrogatorio.
- Sí
señoría. Una última pregunta señora Vlaovic: usted es una señora... mayor.
¿Toma algún medicamento, alguna pastilla o algo parecido?”
Mariela volvió a estar callada, pero
Blanco insistió hasta que finalmente confesó que tomaba medicamentos. El
abogado miró hacia arriba, comenzó a sonreírse, giró hacia el fiscal a quien
observó detenidamente y luego volvió. “No más preguntas”.
Continuará...
El Puma
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