NECESITA RECICLAJE


     Barcelona viene de mal en peor. Desde que, en 2017, Luis Enrique dejó la dirección técnica del equipo "culé", año a año ha ido empeorando. Si bien consiguió ganar ligas y alguna Copa del Rey, donde la realidad golpeaba a los catalanes era en la U.E.F.A Champions League. Su primer llamado de atención lo tuvo en el Parque de los Príncipes, por los octavos de final del certamen continental al ser goleado 4 a 0 por el Paris Saint Germain, pero la épica revancha en el Camp Nou, donde el "Barsa" ganó por 6 a 1 hizo olvidar ese episodio. Sin embargo, en la ronda siguiente, Juventus le propinó otra paliza en Turín, al ganarle por 3 a 0. Esta vez no hubo épica en la revancha y tras igualar sin tantos, clasificó el equipo italiano. 

    En la temporada siguiente, asume como entrenador Ernesto Valverde. Neymar se marchaba a Paris Saint Germain, rompiendo el mercado de pases a nivel mundial. Josep Bartomeu, presidente del club, apostó a fichajes ampulosos como el de Ousmane Dembélé y Philippe Coutinho, que aun no han rendido lo esperado. El equipo jugaba con el piloto automático y con algunos destellos de sus figuras: Lionel Messi, Andrés Iniesta, Luis Suárez, Ivan Rakitic seguían mostrando su mejor versión, pero cada vez más a cuentagotas. En la Liga seguía siendo animador, junto a Real Madrid y Atlético Madrid, pero el brillo que supo tener, tanto con Josep Guardiola como con Luis Enrique, se iba apagando poco a poco. La Champions le seguía dando golpes bruscos de realidad. Nuevamente se fue goleado, esta vez por Roma. Tras ganar por 4 a 1 en Barcelona, se fue derrotado por 3 a 0 en el estadio Olímpico de la Ciudad Eterna, en los cuartos de final.

    En 2019, el club seguía con el mismo rumbo. Con otro fichaje estruendoso como el de Antoine Griezmann, por el que se pagó más de 120 millones de euros e incrementando peligrosamente la masa salarial del plantel. Los resultados seguían siendo los mismos. Valverde empezaba a ser cuestionado, pero la buena relación que tenía con los referentes lo mantenía en su puesto. Volvía a pelear la Liga, pero otra vez la máxima competencia europea le estampó un cachetazo mortífero. En la semifinal, recibía en el Camp Nou a Liverpool, al que venció por 3 a 0. Ni los barcelonistas más pesimistas podían augurar que los ingleses lo darían vuelta por 4 a 0. 

    Y llegó la temporada de la pandemia. Peleaba la Liga, pero ya convencía cada vez menos. Ya no alcanzaba con tener a Messi en el equipo. El rosarino lo mantenía arriba, pero el equipo respondía cada vez menos. Perder la Supercopa de España sentenció la suerte de Valverde, despedido por la dirigencia. Eso generó malestar en el vestuario. La posterior llegada de Quique Setién hizo mejorar un poco el rendimiento, pero el entrenador no era bien visto por los referentes del plantel. Se le escapó la Liga y recibió la peor humillación deportiva en la Champions: Bayern Munich le ganó por 8 a 2 en los cuartos de final (desde esa instancia se jugaba a partido único en la misma sede, debido al protocolo sanitario que se adoptó por la pandemia del Covid-19). 

    Entre la baja del rendimiento, los ingresos que se perdieron por no poder obtener la Champions y por las entradas que no pudo vender, desnudaron la grave realidad económica y financiera del club. Bartomeu decidió tomar el toro por las astas y hacer una "limpieza" de vestuario. Para eso, contrató como entrenador a Ronald Koeman (emblema histórico del Barsa). El neerlandés borró del plantel, contando con el visto bueno de Bartomeu, a Luis Suárez, Arturo Vidal e Ivan Rakitic. El pope mayor del conjunto catalán fue duramente cuestionado por los hinchas, especialmente cuando Messi amagó irse. Ayudado por la Liga Española, Bartomeu consiguió retener al argentino en su último año de contrato. Pero su mala gestión económica y los constantes cuestionamientos de su parcialidad, lo llevó a renunciar. Se llamó a elecciones y triunfó Joan Laporta, quien fue el iniciador de la gran era de Guardiola. Se confiaba en que el flamante titular iba a enderezar el barco, logrando que Messi renueve y tratando de dar alivio a las golpeadas arcas. Para sorpresa de todos, y hasta del mismo Messi, no se pudo renovar. Laporta entendió que no contaba con los fondos necesarios para mantener a su máxima estrella y privilegió sanear la economía, pagando un costo político y futbolístico enorme. 

    Si bien mantiene buenos jugadores en el plantel, los suficientes como para disputar la Liga y la Copa del Rey, no le alcanza para mucho más. No es poco, pero no es lo suficiente para lo que acostumbró a sus hinchas y a los amantes del fútbol que se deleitaron y aplaudieron a rabiar las actuaciones barcelonistas. La situación actual podría compararse a la de una mansión lujosa y enorme que está abandonada, con el pasto alto, las paredes descascaradas y las puertas oxidadas. Koeman no parece ser el entrenador indicado para el rearmado. No se sabe a qué juega el equipo, fecha tras fecha tiene rendimientos peores, pero al entrenador le queda un año más de contrato. Laporta ya lidió con una situación similar cuando asumió en 2003 y dejó la vara muy alta cuando se fue. ¿Podrá repetir dicho logro? Por lo pronto, está buscando a las personas adecuadas para realizar el reciclaje que el club necesita.

El Puma

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