ES HORA DE UNA RECONCILIACIÓN


 

    ¿De qué se habla cuando se nombra a Daniel Alberto Passarella? En lo inmediato, se lo relaciona con el descenso de River Plate, puesto que él era el presidente del club cuando sucedió el peor capítulo en sus 120 años de historia. Muchos hinchas "millonarios" están tan enojados con él por lo que pasó y, fogoneados también por un gran sector del periodismo, lo quieren borrar de la memoria y de la historia del club. Ahora, para poder hablar de él, hay que saber y entender quién es Daniel Alberto Passarella. 

    El "Kaiser" debutó en River en un superclásico. El entrenador era el ilustre Néstor "Pipo" Rossi, quien lo encaró y le preguntó si se animaba a jugar contra Boca y marcar a Ramón Héctor "Mané" Ponce. La respuesta que recibió fue: "Yo me animo a hacerlo, ahora hay que ver si usted se anima a ponerme". Esa confianza, muchas veces contrapuesta a la soberbia, es lo que lo convirtió en lo que fue, en todos los aspectos. Passarella, entre sus dos etapas en River, marcó 99 goles en 258 partidos con una particularidad: se trataba de un segundo marcador central. Es el defensor que más tantos marcó en la historia del fútbol argentino. Y los hacía de todo tipo: tiro libre, penal, cabeceando (era sorprendente la capacidad de elevación que tenía, siempre viniendo desde atrás). Para hacerse una idea, hizo más goles que Juan Román Riquelme, Ricardo Bochini, Ariel Ortega, Pablo Aimar o Carlos Tévez, por nombrar el caso de ilustres jugadores con posiciones ofensivas. Formó parte del equipo que rompió con el maleficio de los 18 años sin ser campeón, obtuvo 7 títulos locales. 

    Fue también en River dónde comenzó su carrera de entrenador, allá por 1990, dando inicio a una etapa inolvidable de la historia del club. Fue quien inició una década de grandes éxitos y quien volvió a darle importancia a la cantera, haciendo debutar en primera división a Ariel Ortega, Matías Almeyda y Marcelo Gallardo. Fue quien le abrió el camino a Américo Rubén Gallego, primero, y a Ramón Ángel Díaz, después. Sin dudas, el último nombrado se llevó los mayores laureles continuando con la misma política de promover jugadores de la cantera. Como director técnico, Passarella consiguió tres títulos locales, motivo que fue suficiente para que fuera designado en la selección argentina. 

    Fue elegido presidente del único club en el que trabajó (hasta ahora) en la Argentina: River. Lo fue en el peor momento de la institución. Todas sus cualidades como jugador y entrenador, no le sirvieron para manejar los destinos del club y, si bien estuvo cerca de conseguirlo, no pudo evitar el descenso del equipo a la Primera B Nacional. Esa confianza, convertida en soberbia, lo terminó de hundir. Lo convirtieron, por mérito propio y con la necesidad de tener un chivo expiatorio, en el mayor villano de la historia de River, borrando de un plumazo todo lo que logró anteriormente. 

    ¿Qué decir de Passarella en la selección argentina? Capitán del equipo campeón del Mundo en 1978, mariscal de la clasificación al Mundial de 1986, formó parte del plantel que ganó ese campeonato, en México, pero por una enfermedad y posterior lesión, no jugó ni un sólo minuto. Argentina tiene dos Copas del Mundo a lo largo de la historia y el único jugador con ambas medallas de campeón las tiene el "Kaiser". Luego tuvo su etapa como entrenador, en dónde obtuvo la medalla dorada en los Juegos Panamericanos, en 1995, y la medalla plateada en los Juegos Olímpicos de 1996, llegando a los cuartos de final en el Mundial de 1998. 

    Con toda esta trayectoria debería haber tenido un gran homenaje. No lo tuvo, por su carácter, su poca cintura política y su mala relación con un gran sector del periodismo. Hace ya varios años, desde que desapareció de la escena pública tras finalizar su olvidable presidencia de River, ni se lo nombra, excepto para denostarlo. Ni siquiera se lo menciona en una lista de los mejores jugadores de la historia de la institución. Esto último representa una gran injusticia. 

    El tiempo cura las heridas. A veces tarda un poco más, pero esas heridas están tardando demasiado en curarse. Passarella se merece un enorme reconocimiento, y sería bueno que se lo hagan en vida. Tanto River, como el fútbol argentino y como el mismísimo "gran Capitán" se deben una reconciliación mutua.

El Puma

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