EL JUICIO A MERCEDES VLAOVIC, CAPÍTULO 4


 

         Una vez que terminaron los discursos iniciales, el fiscal llamó a su primer testigo, Roberto Quirarte, uno de los vecinos. Luego de jurar, Elvira procedió a interrogarlo: “Señor Quirarte, díganos que vio y oyó la noche del 24 de septiembre.

- Era tarde y todavía no lograba dormirme, estaba dirigiéndome a la cocina para servirme un vaso de leche, cuando de pronto oí tres disparos.

- ¿Cuál fue su reacción ante eso?

- Me asusté.

- ¿Y qué fue lo que hizo?

- Me quedé unos minutos quieto ahí donde estaba, y cuando oí que no pasó nada luego, me asomé a la ventana.

- Puede decirnos lo que vio.

- Sí señor. Vi a una mujer que salió corriendo de la casa de los Vlaovic. Parecía estar huyendo.

- Objeción señoría, intervino Blanco, el testigo no está para emitir su opinión sino para relatar los hechos.

- Ha lugar, contestó Collina, señor Quirarte absténgase de opinar.

- Sí señoría.

- ¿Está esa mujer aquí presente?, retomó Elvira.

- Sí señor. Es la que está sentada en el banquillo de los acusados.

- Gracias, no más preguntas.”

         Blanco volvió a acomodarse el nudo de la corbata y a peinarse con sus dos manos. Con la tranquilidad de un lord inglés, comenzó a preguntar: “Díganos señor Quirarte, usted dice que estaba despierto y que oyó tres disparos.

- Sí señor.

- Bien. Acaba de decirle al señor fiscal que estuvo un tiempo quieto en la cocina y que luego se asomó a la ventana. ¿De cuanto tiempo estamos hablando?

- Más o menos de unos cinco minutos.

- Cinco minutos. Se asomó a la ventana y vio a alguien corriendo.

- Sí señor.

- Usted dice que es la señora Mercedes Vlaovic quien corría. ¿Cómo puede estar tan seguro?

- Sólo conté lo que vi.

- En ese momento era de noche, estaba oscuro, ¿no es cierto?

- Así es.

- ¿Qué tan oscuro estaba?

- Bastante.

- No había iluminación.

- Bueno, la calle está algo iluminada.

- Algo iluminada, dice. ¿Qué tanto?

- Hay luces en la calle si a eso se refiere.

- ¿Lo suficientemente fuertes como para ver a una persona desde lejos?

- Sí señor

- Para ver a una silueta entiendo que sea posible, ahora, para reconocer a una persona fehacientemente, ¿también?

- Depende de que tan buena sea la vista del que observa.

- Interesante. ¿Usted tiene buena vista?

- Puedo decir que sí.

- ¿A qué distancia se encontraba esa persona que usted vio?

- No sabría decirle.

- No sabría decirme. ¿Aproximadamente a 50 metros?

- Puede ser, repito, no sabría decirle.

- Pero no era una distancia cercana. No es que la tenía al lado.

- No señor.

- ¿Y entonces, a qué distancia? ¿Corta? ¿Larga? ¿Cercana? ¿Lejana?

- A una distancia considerable.

- A una distancia considerable. Entonces, me puede decir como hizo para reconocer a alguien en la oscuridad y a una larga distancia, ¿acaso tiene usted vista de lince?

- Objeción señoría, interrumpió Elvira, mi colega se burla del testigo.

- Retiro la pregunta, contestó Blanco. ¿Tenía usted alguna relación particular con la víctima?

- No llegué a ser del todo amigo, pero era algo más que su vecino.

- Ya veo. Señor Quirarte, usted compareció en la corte hace un tiempo, correcto.

- Objeción señoría, volvió a interrumpir el fiscal, ese hecho es irrelevante.

- Señoría los antecedentes del señor Quirarte son fundamentales para la credibilidad de su testimonio, insistió el defensor.

- Objeción denegada, continúe señor Blanco.

- Gracias señoría. Espero su respuesta señor Quirarte, compareció o no en la corte hace un tiempo.

- Sí señor.

- Y fue procesado por falso testimonio, ¿es eso cierto?

- Aquella vez fue un caso diferente, se trataba de un amigo.

- No contestó a mi pregunta.

- Señor Quirarte conteste a la pregunta, le ordenó el juez.

- Sí, fui procesado por falso testimonio.

- Si mintió en ese entonces no veo por qué no lo pueda volver a hacer. No más preguntas.”

Continuará...

El Puma

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