EL JUICIO A MERCEDES VLAOVIC, CAPÍTULO 2

 

         Collina abrió el expediente y le cedió la palabra al fiscal Manuel Elvira. Este se levantó de su silla, aunque nadie lo percibió, y comenzó pronunciando su acusación: “La noche del 24 de septiembre de este año, Daniel Vlaovic apareció muerto en el living de su casa, víctima de tres balazos. ¿Se trataba acaso de un malhechor? ¿Tenía una cuenta pendiente? ¿Tenía enemigos que desearan su muerte? No, tan sólo era un hombre infeliz en su matrimonio. A través de evidencias materiales y de testigos oculares, la fiscalía probará que la esposa del señor Vlaovic, Mercedes, tuvo argumentos suficientes para asesinarlo. La relación entre ambos estaba en crisis, no se soportaban. Ella le era infiel y él al saberlo tuvo una reacción lógica de marido celoso. Esperó a su esposa para oír una explicación razonable y para recriminarle su actitud de adúltera. Lo que olvidó era que en esa casa había un arma que la acusada compró días antes del crimen para tomar lecciones de tiro. Con sólo tres le alcanzó a esta despiadada mujer para lograr su cometido. Volvió a su domicilio la noche del asesinato, tomó su arma, disparó a su esposo a sangre fría y puso el arma homicida en manos del difunto. Luego salió del departamento creyendo no ser vista, sin embargo un testigo dirá a esta corte que vio a la señora Vlaovic salir del lugar, además de otros testimonios que darán parte del diálogo violento que estaba teniendo la pareja. Cuando abandonó su domicilio, ¿estaba asustada? ¿Pidió auxilio? No, se retiró  del lugar y desapareció.  Señoría, la fiscalía probará que se trata de un homicidio con premeditación y alevosía agravado por parentesco y por lo tanto pedirá la pena máxima.”

Continuará...

El Puma

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