LA ERA DE LOS TORNEOS CORTOS: EL FIN DEL MALEFICIO DE BOCA
Todos los equipos grandes tuvieron
algún período negro o maleficio. Boca Juniors no era la excepción. En 1981
había dado la vuelta olímpica de la mano de Silvio Marzolini en la dirección
técnica y con Diego Armando Maradona dentro de la cancha, acompañado por Miguel
Ángel Brindisi, Hugo Orlando Gatti, Oscar Ruggeri, Hugo Perotti, entre otros.
Ese campeonato le dio muchas alegrías a los hinchas, pero un dolor de cabeza a
las arcas del club. Aunque hoy cueste creerlo, la institución “Xeneize” estuvo
al borde de la desaparición a mediados de la década del 80. Apareció un
dirigente con un amor al club indiscutible, como Antonio Alegre, quién no
solamente levantó la situación económica, sino que finalizó su mandato con una
institución de una prosperidad ejemplar. Primero, armó un equipo con lo que
pudo para luego ir mejorándolo y llevarlo al lugar donde tiene que estar:
peleando títulos. Estuvo cerca en la temporada 1986-87, dirigido por César Luis
Menotti, pero se cayó en las últimas fechas. Se ganó el derecho a la final del
torneo anual, ganando el campeonato Clausura 1991 con un inolvidable tridente
ofensivo compuesto por Diego Latorre, Alfredo Graciani y Gabriel Batistuta,
pero cayó por penales ante el Newell´s de Marcelo Bielsa, en su
cancha. Tenía protagonismo en los certámenes, pero no lograba concretar.
En 1992, terminó de invertir mucho dinero
por los refuerzos. Ya había comenzado el año anterior con compras rutilantes. Llegó
Carlos Mac Allister, lateral izquierdo de Argentinos Juniors, con muy buen
pasado en los seleccionados juveniles y codiciado por varios clubes. Desembarcaron
junto al “Colorado” Luis Alberto Carranza, joven delantero de Racing, Sergio “Manteca”
Martínez, goleador uruguayo implacable de Peñarol, el volante paraguayo Gustavo
Neffa, jugador de muy buena pegada y gran panorama, que se sumaban a Alberto Márcico, volante
histórico de Ferro que venía desde Francia y había llegado unos meses antes y
Roberto Cabañas, internacional paraguayo instalado desde 1991. Latorre,
Batistuta y Graciani se habían ido a Europa.
Oscar Washington Tabárez era el
entrenador del equipo y fue quien
descubrió el puesto natural de varios jugadores desde su llegada. El
entrenador uruguayo armó un equipo fuerte y sólido atrás, con un mediocampo
combativo y una delantera letal. En el arco estaba Carlos Fernando Navarro
Montoya, sucesor nada menos que de Gatti, el mejor en su puesto en ese
entonces. El “Mono” era una garantía, tanto debajo de los tres palos como
cuando tenía que salir a tapar centros o algún mano a mano. Diego Soñora y Mac
Allister eran los dos laterales, mientras que Juan Simón (luego reemplazado por
Luis Medero) y Alejandro Giuntini componían la zaga central. Blas Giunta y José
Luis Villarreal eran los pulmones del mediocampo. El primero, era rústico pero
transpiraba la camiseta. El segundo recuperaba y luego hacía circular la pelota
para comenzar la generación del juego. También finalizó lesionándose y lo
suplantó el juvenil Claudio Benetti. Márcico y Carlos Tapia eran quienes se
ocupaban de generar el juego ofensivo. Cabañas y Martínez, los goleadores.
Carranza ingresaba en los segundos tiempos y solía ser determinante con sus
gambetas endiabladas y su velocidad. Neffa era otra variante importante en el
equipo.
El “Xeneize” llegó a las últimas 5
fechas con una ventaja considerable, habiendo ganado el superclásico y varios
choques importantes, como con San Lorenzo, Rosario Central y Vélez Sarsfield.
Pero perdió el invicto ante Independiente, en la Bombonera, cayendo 1 a 0 y
haciendo al guardameta “rojo”, Luis Islas, la figura de la cancha. Luego volvió
a caer en su estadio ante Deportivo Español por 3 a 2 y sacó un empate en
Avellaneda ante Racing. River Plate comenzaba a acercarse y nuevamente los
fantasmas acechaban en La Boca. Pero en la penúltima fecha venció por 3 a 1 a
Platense, con golazo de Medero incluido, y llegó al final dependiendo de si mismo
recibiendo a San Martín de Tucumán. Sin embargo, otro susto se llevó el
conjunto de la Ribera al irse perdiendo al entretiempo. Ricardo Luis Del Valle
Solbes había silenciado a la Bombonera con un remate bajo que sorprendió a
propios y a extraños. En el complemento vino la tranquilidad, con un remate
bajo y cruzado de Benetti, Boca empató y con ese resultado, le alcanzó para
romper una maldición de 11 años en los torneos locales.
El Puma
Comentarios
Publicar un comentario