HORST, CAPÍTULO 5


 

         Seguía inconsciente pero estable. El ritmo cardíaco era normal, pero no despertaba. Los médicos eran muy optimistas. Greta seguía al lado de él, Helmut decidió no acercarse mientras la esposa de Horst estuviera allí. En ninguna ocasión llevó a sus hijos.

         Semanas atrás, Greta preocupada por su esposo, fue a ver a sus padres, Peter y Konstanze, quienes, desde hacía un tiempo, miraban a su yerno con otros ojos. "Ya no sé más que hacer, decía Greta.

- Debes hablar seriamente con él cuando regrese", contestó su padre.

- Es que ya no es fácil hablar con él, insistió ella, está muy agresivo.

- Si aún te ama, debe escucharte, agregó Konstanze.

- Yo dudaría de ello, intervino nuevamente él.

- Estoy segura de que aún me ama, sostenía Greta tratando de convencerse más a sí misma que a sus padres, y de que está pasando por un mal momento.

- Ya van muchos años del mal momento hija mía, seguía argumentando él, ¿No crees que es hora de poner un límite?

- No sé.

- Escúchame Greta, debes alejarte de ese hombre, insistía Peter, y lo antes posible. Ve a Innsbruck con los niños y permanece un tiempo allí”.

         Tardó bastante, pero finalmente convenció a su hija y ésta al día siguiente subió al primer tren con destino a Innsbruck, dejando una carta a Horst. Al llegar, se alojó en la casa que sus padres poseían en las afueras de la ciudad. El cambio de aire la alivió y comenzó a sentirse mucho mejor a pesar de que extrañaba a su esposo.

         Este último no pensaba en ella. Las mujeres ocasionales, la droga y el alcohol lo hacían olvidar. Regresó a Viena, luego de una gira de un mes y al llegar a la casa, encontró la carta de su esposa. Terminó de leerla, enfureció y aún bajo los efectos de la cocaína, tomó el auto partiendo rumbo a Innsbruck. Llegó por la noche, cuando ya no había gente en las calles. Se dirigió a la casa de los padres de Greta. Una vez allí, golpeó la puerta e hizo sonar el timbre en repetidas ocasiones. Ella despertó y abrió. Él terminó de abrir y bruscamente. "¿Qué significa esto? preguntó  él a los gritos.

- ¡Horst! ¿Qué haces aquí?

- Esa pregunta me corresponde hacerla a mí.

- Ya te expliqué todo en la carta.

- Y crees que estoy satisfecho con eso. Anda, toma tus cosas, volvemos a Viena.

- No, quiero permanecer unos días más aquí.

- Creo que no has entendido, dije toma tus cosas y vámonos.

- No, ve tú.

- Veo que tus padres te han estado llenando la cabeza. Esos dos viejos haraganes no tienen otra cosa que hacer más que entrometerse en nuestras vidas.

- No te permito que hables así de ellos.

- No han hecho más que ocasionarnos problemas desde que vinieron a Viena, hubiera sido mejor que se quedaran aquí.

- El único que nos ha ocasionado problemas es Helmut.

- Cállate.

- Desde que entró en nuestra vida, todo ha cambiado. Te ha transformado en un monstruo, decía Greta sollozando.

- Ya basta, nos vamos de inmediato”.

         Horst la tomó del brazo y comenzó a arrastrarla hacia la puerta. En ese momento, Wolfgang, quien había despertado y escuchó la conversación salió en defensa de su madre. Eso lo enloqueció aún más y golpeó muy bruscamente al niño para luego golpear a su esposa en reiteradas ocasiones. Comenzó cacheteándola y prosiguió con dos golpes de puño en el estómago. "Escúchame bien, vas a hacer lo que yo digo, si mañana no estás en casa te llevaré por la fuerza," decía mientras le pegaba. Cuando terminó, salió de la casa, tomó el auto y regresó a Viena. Greta estaba tirada en el piso casi sin poder moverse. Wolfgang, quien tenía su rostro hinchado, se acercó allí para ayudar a su madre. Esta, en cuanto pudo, llamó a un doctor.

         Al día siguiente, hizo la denuncia a la policía y se presentó a la corte junto al abogado que los padres le enviaron. Horst recibió un citatorio y debió presentarse en los tribunales de Innsbruck. Ella tenía protección policial y él tuvo que prometer al juez que no se acercaría a su esposa mientras dure el juicio de divorcio. Luego de la sesión, regresó a Viena para seguir con la rutina mientras que Greta permaneció en la ciudad tirolesa.

Continuará...

El Puma

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