JUGADORES QUE SE PUSIERON CAMISETAS OPUESTAS: JUAN RAMÓN CARRASCO


 

         Varios equipos, tanto del Uruguay como de otros países, tuvieron en sus filas a un jugador con el dorsal número 10, de una exquisita pegada y talento infinito. Un volante creativo con mucha llegada y gol, generalmente vivado en todos los clubes entre los que pasó. Surgido de las divisiones inferiores de Nacional, e identificado futbolística y afectivamente al “Bolso”, fue un auténtico trotamundos. Su primera salida se produjo en 1979, tras haber estado cuatro años en la primera de su club de origen y haberse consagrado campeón en 1977, cuando “cruzó el charco” para jugar dos temporadas en River Plate, dónde reemplazó por un tiempo al ídolo “Millonario” Norberto Alonso. Luego permaneció en la Argentina, mudándose de Núñez a Avellaneda para ser vivado por la hinchada de Racing tras convertir 28 goles en 55 partidos. Eso captó el interés de Tecos de México, quien se lo llevó a tierras aztecas para tenerlo por dos temporadas en sus filas.



         Luego de 5 años de pasear su talento afuera regresó al fútbol uruguayo y, como no podía ser de otra manera, a su casa; Nacional. Pero tan sólo permaneció allí un año para luego pasar a Danubio y luego emigrar a España para jugar en Cádiz, en 1986. Nuevamente, después de su nueva aventura fuera de su nido, regresó a Nacional dónde, otra vez, estuvo un año y emigró a River Plate de Montevideo, por una temporada. Cuando volvió a mudarse, lo hizo para hacerlo a… Peñarol. Sí, el surgido en el “Tricolor”, se cruzaba de vereda para sorpresa de propios y extraños. Sólo estuvo un año en el "Carbonero”, como ya se había hecho costumbre en él, tan talentoso como volátil e inquieto. No logró ser campeón en Peñarol, pero consiguió lo necesario para herir a los hinchas de “su” Nacional.



         Sin embargo, tras nuevas idas y venidas, regresaría otras dos veces al “Bolso” y recompondría la relación con sus simpatizantes. Si bien ya lo haría con 40 años e incluso siendo abuelo, seguiría mostrando pinceladas de su talento y, especialmente, de su pegada. Dejaría el fútbol, provisoriamente en 1997, en el club que lo vio nacer, para 3 años después ser jugador y entrenador en Rocha antes de colgar los botines definitivamente.

         El andar por el fútbol de Carrasco, no pasó desapercibido. Ni dentro de la cancha, ni fuera de ella con sus declaraciones más que polémicas. En la actualidad, también anda de trotamundos como entrenador, con pasos exitosos por Fénix y River Plate, un tiempo efímero en la selección uruguaya (dónde fue campeón mundial juvenil en 1975 en sus inicios) enfrentado a varios medios hegemónicos orientales y, por supuesto, un año en su amado Nacional. Si bien su corazón fue “Tricolor”, su rebeldía pudo más y, también, jugó en la vereda opuesta.

El Puma

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