AL MAESTRO CON CARIÑO


 

         “¡Querés salir campeón de la c.. de tu hermana!”, se escuchó en la cancha de Ferrocarril Oeste, desde el banco de suplentes de Gimnasia y Esgrima La Plata en la penúltima fecha del Torneo Clausura 1995 cuando Favio Fernández fue expulsado y se perdía el último partido frente a Independiente para intentar obtener el primer título local en su historia. También se vio con claridad quién fue el que pronunció esas palabras, con un tono sacado y la mirada desencajada. Carlos Timoteo Griguol sabía que perdía a un jugador fundamental para la instancia final, pero también estaba furioso porque el “Yagui” se había hecho echar.

         Al año siguiente, tuvo un escenario casi idéntico. Penúltima fecha del Torneo Clausura, esta vez en el Bosque Platense, pero ante Racing. José Albornoz, también vio la tarjeta roja perdiéndose el último partido del torneo. Nuevamente, Timoteo le dijo de todo, menos lindo, al volante expulsado. Cuando luego del partido fue entrevistado y consultado por esa reacción, él, con esa tonada cordobesa que lo delataba, dijo en forma pícara que esa vez había sido diferente porque “Albornoz sí tiene hermana”. Así como era severo con sus jugadores, también tenía esa pizca de humor muy típico de su provincia.

         Carlos Timoteo Griguol se formó como futbolista en Atlanta, dónde jugó la mayor parte de su carrera, antes de mudarse a Rosario para jugar los últimos tres años en Central. Durante los 12 años de futbolista profesional, obtuvo la Copa Suecia, en 1958, con el “Bohemio de Villa Crespo” y la Copa América de 1959 jugando para la selección argentina.




         Ni bien se retiró, comenzó a forjar en Rosario Central su exitosa etapa como director técnico, dónde salió campeón en 1973. Dirigió durante casi toda la década del 70 en el club “Canalla”, en dos pasos, ya que en el medio, se hizo cargo de los Tecos de Guadalajara. Luego, tras un muy breve paso por Kimberley de Mar del Plata, recaló en Ferrocarril Oeste. En el club de Caballito, construyó el ciclo más exitoso de la historia del mismo. Armó un equipo que se plantó en forma muy seria frente a planteles como los de Boca, River e Independiente. Obtuvo dos campeonatos locales, en 1982 y 1984, y fue protagonista de todos los torneos durante la primera mitad de la década del 80. Ese recordado equipo que contaba con dos zagueros rústicos, pero efectivos como Héctor Cúper y Víctor Hugo Marchesini – quién terminó siendo uno de sus yernos –, Gerónimo Saccardi en el mediocampo siendo el termómetro, Alberto Márcico, Oscar Acosta y el paraguayo Adolfino Cañete para la creación, Hugo Noremberg y Miguel Ángel Juárez para la definición. No era un equipo vistoso, pero era sólido y efectivo. Muchos detractores lo tildaban como “defensivo”.

         Esos pergaminos que tuvo en Ferro, en 1987, lo llevaron a dirigir un año en River. Allí tuvo una buena campaña, obteniendo la Copa Interamericana y siendo protagonista del campeonato local. Su mote de “defensivo” le jugó en contra y no le tuvieron paciencia para otro año más. Regresó a Ferro, donde estuvo otros 4 años, hasta que él mismo decidió cerrar el ciclo. Hoy tiene una estatua en el club.




         De Caballito, recaló en La Plata para hacerse cargo de Gimnasia y Esgrima, con el que fue subcampeón en 1995, 1996 y 1998. En el “Lobo” mechó juveniles del club con experimentados que ya estaban y otros que trajo con el tiempo,  a los que ya había dirigido, como Alberto Márcico y Pedro Troglio. Tuvo tres etapas en el club “Tripero”, y en el medio un corto paso por Unión de Santa Fe y el Betis de España. Finalmente, en 2004 le puso punto final a su carrera de entrenador. Hoy, 17 años después, tras pelear contra una dura enfermedad, falleció a los 86 años.

         Conocido por ser muy estricto con sus jugadores, pero también con un trato paternalista y aconsejándolos en sus vidas. Siempre recomendaba a sus dirigidos más jóvenes comprar la casa antes que el auto, por ejemplo, además de saber comportarse correctamente en un campo de juego. En esto último, quedó demostrado en un partido en el que Ferro jugaba ante Huracán en Parque de los Patricios. Cuando iban 0 a 0, al conjunto de Caballito le expulsaron a varios jugadores. El equipo, en señal de protesta comenzó a retirarse de la cancha, pero un enérgico Griguol, retándolos, los hizo desistir para luego finalizar el encuentro, así sea en inferioridad de condiciones. El resultado fue 3 a 0, en favor del “Globo”.

         Muy querido por sus dirigidos, ya sea por su chispa y sus enseñanzas. El Maestro se fue físicamente, pero siempre será recordado en la historia del fútbol argentino con mucho respeto y, especialmente, con cariño.

El Puma

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