ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 32, PARTE 1


 

                                            MENCHACA SE EXPLICA

    El informe del forense ponía de manifiesto que el tiro fatal no había sido disparado con la pistola apoyada en la sien, sino desde una pequeña distancia, unos cinco centímetros. La bala había seguido una trayectoria horizontal, de parietal a parietal. La hipótesis de la policía era que Ulata se había disparado el tiro estando sentada en la cama, y que había llegado a la posición en que encontrada al derrumbarse como consecuencia de la muerte casi instantánea. La pericia pedida por Menchaca demostró que la occisa tenía manchas de pólvora en la mano derecha, lo que probaba que en efecto había sido ella quien disparara el tiro mortal.

    Ulata muerta, Ulano enterrado, también podía enterrarse el caso mittelmongólico. El Comisario Inspector acompañó personalmente al Secretario al aeropuerto, cuando éste tomó el avión de regreso a su país. Lo hizo por pedido especial de Doublecross y como una especie de certificación de que, en efecto, Bator no se quedaba entre nosotros. Cuando se despedían, le dijo estas palabras:

    "Que le vaya bien. Y que le den la recompensa que se merece..."

    El Secretario le estrechó la mano y se apresuró a salir por el portón de embarque.

    Menchaca se dirigió a Homicidios a enterar al Comisario Jefe de los resultados de su misión.

    Sentados el uno frente al otro, cada uno con su whisky en la mano, Doublecross inició la conversación:

    "Bueno, terminó el caso éste. Demasiados diplomáticos metidos, no gustaba nada el asunto".

    "Así es, señor, y otra cosa habría sido si no hubiera estado la inmunidad de por medio..."

    "No me diga señor, Ángel, ya somos amigos. Llámeme Tabaré nomás. O Tabbie, si prefiere..."

    "¡Cómo no! Lo mismo digo".

    "Tengo que darle una buena noticia. Viene usted a Homicidios, y ascendido".

    "¡Le agradezco la novedad! ¿Y usted Tabaré?

    "Bueno, parece que me llevan a la Subdirección".

    "¡Lo felicito! Brindemos por eso".

    Luego del brindis, Doublecross retomó el tema del caso:

    "Se había equivocado fiero Sphincter".

    "Sí, pero con palabras difíciles".

    Risas dobles. Luego Doublecross:

    "La verdad es que yo también me equivoqué, por tomarlo en serio al Investigador. Como todo el mundo decía que era una eminencia..."

    "Y bueno, la fama es un conjunto de malos entendidos..." reincidió Menchaca. "Y parece que lo quieren nombrar Subsecretario de Justicia... Por lo menos, está moviendo cielo y tierra para conseguirlo".

    "Y bueno. No hay como ser boludo para que lo nombren a uno algo", apuntó Tabbie, olvidando los dos nombramientos que acababa de anunciar a Menchaca.

    "Por lo que duran"... sentenció este último. 

    "Y... hasta que lo conozcan".

    "La que es simpática es la señora..." añadió Doublecross, aviesamente.

    "Sí, le falta relinchar... Sería un éxito en Palermo, una fija en la quinta..."

    Se miraron y rieron nuevamente. Estaban encantados con ellos mismos, y la feliz terminación del caso los ponía del mejor humor.

    "La pobre Ulata cargó con el mochuelo".

    "Sí... porque el Ministro no quiso patear el avispero. Dijo que de todas maneras había que dejarlo ir, porque según el Consejero Legal de la Cancillería no se lo podía arrestar y una vez afuera, la extradición no la conseguíamos ni disfrazados de monos. No quiso hacer líos con Mittelmongolia, y menos ahora que es... ¡democrática!"

    Las risas se tornaron francas carcajadas ante la calificación del nuevo régimen mittelmongólico.

    "Total" - agregó Doublecross no sin cierta lógica - "ya la Ulata no podía contradecir al Secretario".


Continuará...

Gastón Lejaune

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