EL MURCIÉLAGO


 

         A principios de la década de 1980, había un delantero que iba por las puntas, tal clásico wing, pero que también era goleador, de quién se hablaba mucho. Jugaba en Atlanta, dónde había hecho las divisiones inferiores y de dónde, se sabía, no iba a durar mucho hasta que un equipo grande pusiera los ojos sobre él. En 1985, nada más y nada menos que Boca Juniors fue quien lo hizo. Llegaba a una institución devastada, que había estado muy cerca de desaparecer, pero que poco a poco, fue levantando y volviendo a ser lo que era.

         Antonio Alegre y Carlos Heller lo trajeron para reforzar el equipo y que haga lo que mejor sabía hacer: goles. Y él no defraudó. Formó una delantera temible junto con Jorge Rinaldi y Jorge Comas. Ese trío ofensivo llegó a su máxima expresión durante la primera etapa de César Luis Menotti al frente de la dirección técnica “Xeneize”. Rinaldi por el centro, Comas por izquierda y él, básicamente por derecha. A su vez, ya había sido convocado a seleccionados juveniles, dirigidos por Carlos Pachamé y, alguna vez llamado a la mayor de la mano de Carlos Salvador Bilardo. No llegó a jugar un Mundial, pero era, en ese entonces, mencionado o postulado para una eventual convocatoria. Era muy difícil ganarse un lugar entre los campeones del mundo.

         Boca era protagonista, pero no lograba ganar el título local. Sí pudo obtener la Supercopa en 1989, venciendo a Independiente por penales en la final, y la Recopa Sudamericana en 1990 derrotando a Nacional de Medellín. Un año después, obtuvo el torneo Clausura, aunque no contó como estrella ya que se disputaba una final por el campeonato anual con el campeón del Apertura, ese año Newell´s Old Boys. El equipo rosarino, dirigido por Marcelo Bielsa, le impidió a Boca ser campeón después de 10 años (el conjunto de la Ribera rompería el maleficio al año siguiente).



         Así como deseaba tener más oportunidades en la selección, también quería tener su oportunidad en Europa. Al no haber, como hoy en día, pasaporte comunitario, y tener cupo para 2 o 3 extranjeros (dependiendo de la liga), era complicado emigrar. Hasta que en 1991, se fue a Lugano, de la liga Suiza. Pero sólo estuvo un año. Regresó a la Argentina para jugar en Racing por un año, donde arrancó con gran nivel, pero que fue de mayor a menor. Regresó a Boca en 1993, dónde ya no tenía la misma participación y estaba lejos de su mejor nivel. A partir de 1994 comenzó a deambular por distintos equipos y poco tiempo. Atlético Tucumán, Argentinos Juniors y, finalmente Caracas dónde se retiró.

         Le decían la “Fiera” en su primera juventud, pero el apodo que le quedó para siempre fue el "Murciélago". Una vez retirado, no se supo más nada de él, o se supo muy poco. Lo que se sabe es que se llamaba Alfredo Graciani, era un delantero letal y goleador, hizo 130 goles en 446 partidos, de los cuáles 83 tantos en 250 fueron con la camiseta “Xeneize”, convirtiéndolo en el 14° máximo artillero en la historia del club. Sorpresivamente, en el día de hoy, 21 de abril de 2021, a los 56 años, falleció a causa de un infarto. Si bien se desempeñaba como Secretario de Deportes de la localidad de Tres de Febrero, no se lo veía demasiado. Sí solía vérselo en la Bombonera siguiendo a su amado Boca, en dónde tiene un lugar especial en el corazón de sus hinchas.  

El Puma

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