ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 32, PARTE 3

    

    Menchaca hizo otra pausa.

    "A partir del... percance de Vegas, Ulata se puso sobre aviso. No sabía nada concreto, pero sospechaba. Se debe haber puesto a pensar en el misterio del octavo e inexistente vodka-tonic".

    "¿Cómo, inexistente?" preguntó el Jefe de Policía.

    "Sí, lo que mató a Vegas fue un Tom Collins, el destinado a Ulano. Me enteré, leyendo el expediente, que la composición química de la bebida mortal, aparte del cianuro, eran los elementos de un Tom Collins. Malicié que el destinatario del mandoble podía no haber sido el Jefe de Protocolo".

    "Ulata extremó sus precauciones para proteger al Embajador, fue su ángel guardián. Bator, sin embargo, era ya el último recurso de Loto-Li y hubo nuevos mensajes, sobre todo cuando el Ministro del Interior pasó a Salud Pública y perdió el poder de la Seguridad del Estado. Si volvía sin protección, Bator era hombre muerto, porque los ex-miembros de la Policía Secreta con crímenes en su haber no estaban comprendidos en la amnistía mandada al Congreso. Loto-Li decidió confiar en Bator para un trabajo... diplomático".

    "Había que desprenderse de Ulata para poder disponer del Embajador. Enseguida después de la comida, la noche fatal, vio luz en el cuarto de Ulata. Se disponía a montar su habitual guardia cerca de la puerta del Embajador. Entró, le apuntó con una pistola automática con silenciador que tenía de sus tiempos de espionaje y mientras la iba conversando, se la acercó hasta cerca de cinco centímetros y le disparó. Si se la hubiera apoyado contra la sien, la cosa no hubiera sido tan limpia porque de la otra forma la tomó un poco de sorpresa. Ulata no se imaginaba que la iba a despachar así".

    "A continuación tomó el Tom Collins que como casi todas las noches Ulata preparaba al Embajador, y llamando a uno de los mozos, le ordenó que lo subiera.

    "¿Y cómo es que la muerta tenía pólvora en las manos?"

    "Claro, así parecía un suicidio. Cuando el mozo volvió a la cocina luego de cumplir su encargo, Bator volvió al cuarto de Ulata y tomando su mano le hizo disparar nuevamente la pistola. Fue ese disparo el que le dejó las manchas de pólvora".

    Nuevo sorbo y continuación de la narrativa: 

    "La trayectoria horizontal de la bala también era rara, ya que los suicidas generalmente tiran de abajo para arriba. Además, apoyan la pistola, no se tiran desde cinco centímetros... Aunque desde luego esos eran sólo indicios, porque podíamos encontrarnos ante una suicida excéntrica. Pero van sumando".

    Menchaca estaba obviamente embalado con su historia. Ensayó una exploración psicológica:

    "Un tipo complejo, el Secretario. Su español, bastante fluido, lo aprendió en Cuba, donde pasó varios años antes de venir destinado a Buenos Aires. Originalmente era de la central de inteligencia de su país, y venía a espiar a los funcionarios diplomáticos. Con la burocratización del régimen, ya se quedó en el servicio exterior, aunque no perdió enteramente sus costumbres. Era un tipo moralmente encallecido, y que tenía todo para temer de la nueva situación de Mittelmongolia. Un candidatazo a la boleta... ¡Loto-Li sabía a quién dirigirse para terminar con su primo! Seguramente le prometió que volvería al espionaje para el Rey, porque hubo varios casos de utilización de antiguos miembros de los servicios... pero personalmente no daría mucho por su seguridad. Sabe demasiado y Amnesty International está por mandar una misión a Mittelmongolia".

    Doublecross intervino.

    "El caso de Bator es bastante parecido, mutatis mutandis, con el de nuestro Schmuziger, también un espía metido a diplomático".

    Y tras una pausa, agregó:

    "Usted tenía sus sospechas de Schmuziger, ¿verdad?"

    "Al principio. Pero cuando Rocambole me trajo la prueba de que tenía en su poder cianuro de potasio, me convencí de su inocencia..."

    "¿Cómo así?" terció el Jefe de Policía. "Parecería que al contrario..."

    "¿Quién iba a ser tan idiota de tener nada menos que cianuro de potasio en el escritorio de su casa? No, era demasiado lindo para ser verdad".

    "Bueno, pero usted averiguó..."

    "Sí, señor. Se lo puso su 'amigo' Cristián Méchant a instancias de Foffeti. Este pobre, dominado por el pánico, no había cesado de actuar en forma culpable desde que se enteró del asesinato de Vegas. En uno de sus pocos - y cortos - intervalos lúcidos que tuvo en ese período, decidió desviar las sospechas hacia alguien que aparecía como un buen candidato, debido a las humillaciones que le hizo sufrir Vegas y a su carácter tan ferozmente sadomasoquista".

    "Conocía a Méchant a través de Elena Décadent y no tuvo que realizar un gran esfuerzo para convencerlo de traicionar a Schmuziger. Méchant no lo quería... en realidad nadie quería al prusiano debilón, pero sobre todo el dinero lo convenció..."

    Menchaca rió suavemente al recordar el episodio.

    "Este Méchant... parece que después le hizo un pequeño chantage a Foffeti... y que sacó algunos pesitos más..."


Continuará...

Gastón Lejaune

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