ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR, CAPÍTULO 32, PARTE 2
En ese momento, ingresó en la oficina el Jefe de Policía y hubo corteses saludos generales y felicitaciones por los éxitos obtenidos y por los que se anunciaban.
"¿Por qué no me explica un poco los últimos desarrollos?" dijo el Jefe, que conocía el caso por arribita. "¿Cómo entró a sospechar usted del Secretario?"
"Bueno, la señora de Sphincter, entonces Dorinda Ferrari, me dijo que Loto-Li, la instigadora del asesinato del Embajador Ulano, había estado en Buenos Aires y que había hablado con el Secretario. Ella lo supo porque la vio, y luego se enteró por Ulata de quién era. Ulata le agregó que el Secretario era un pez... no muy grande, pero de tamaño mediano en el antiguo régimen, y que normalmente hubiera habido un corte de... cabeza".
"Cuando lo interrogué, Bator me dijo que la visita era para Ulata, pero eso por supuesto no era verdad. No tenía lógica".
"Pero entonces, ¿quién preparó el trago mortal?"
"El Secretario, a quien se le había encargado que despachara a Ulano. Este le había dicho cuando estaba en la salita que le pidiera a algún mozo su cocktail preferido, un Tom Collins. El Secretario, que sabía que Ulata tenía siempre uno listo, fue a la cocina y lo tomó. Le echó su preparado de cianuro y se lo entregó en propia mano al Embajador. Este fue llamado a atender al Senador Fluss, que entraba en ese momento y dejó su copa sobre la mesa. El resto, ustedes ya lo saben".
Pausa. El Jefe de Policía intervino:
"Lo que no entiendo es cómo Bator esperó hasta ese momento para intentar el asesinato, con la Embajada llena de gente, con guardias y custodios por todas partes... ¿no le parece algo increíble?"
Menchaca explicó:
"Ese es un punto que me hizo pensar mucho, yo tampoco podía creerlo. Pero los acontecimientos se precipitaron porque Loto-Li se enteró de que su amante, el Ministro del Interior, iba a dejar su cargo pronto. El Rey se había cansado de excesos y de venganzas personales y le había pedido la renuncia, aunque pensaba darle otro cargo importante porque era un antiguo servidor. Estaba inclusive pensando mandar al parlamento una ley de amnistía que iba a significar la salvación de Ulano.
"Eso era imposible de aceptar para Loto-Li y fue así que decidió tomar el asunto por su cuenta y enviar algunos custodios con el objeto aparente de proteger al Embajador. Uno de ellos tenía la misión de liquidarlo y volver enseguida a Anpato, aunque su misión era difícil porque debía hacerlo discretamente.
"Otro de los monos era un ex-colaborador de Bator, que se enteró de la misión de su colega. Decidió contarle todo al Secretario para que éste le facilitara su huida al Uruguay, porque temía por su vida en Mittelmongolia. De forma que Bator se encontró con esa confesión el día mismo de la fiesta y debió pensar muy rápido.
"Decidió jugar la carta de Loto-Li, ejecutar a Ulano y reclamar como recompensa la protección de su amante. De lo contrario no estaba seguro de no ser liquidado él también, ya fuera ahora o a su regreso".
"En todo caso, Bator tenía inmunidad diplomática, no podía ser arrestado. Se daba cuenta de que la fiesta nacional no era el mejor momento, pero si le hubiera salido bien el golpe lo hubiera atribuido a la célula terrorista de San Pablo, aprovechando la versión circulante y eventualmente hubiera acusado a Ulata de ejecutora. Con lógica, también se jugó a que su ministerio lo protegería y aceptaría la versión oficial de la culpabilidad de Ulata para evitar el escándalo".
"¿Cómo supo esto?"
"Bueno, en esto principalmente por deducción. No era lógico que mandaran a esos monos desde 20.000 kilómetros de distancia para proteger a alguien que era, decididamente, un destituto como Ulano. Además, Loto-Li tenía escrito su nombre con letras de sangre en su particular registro. Hubiera dejado cualquier otra venganza pero no ésta".
"Las demás piezas fueron cayendo en su lugar. Por la Policía supe que uno de los custodios no regresó con el grupo: con una carta de la Embajada dejó el país con destino a Uruguay. Mis colegas de Montevideo me informaron de su asilo territorial, patrocinado por algunos políticos de izquierda... en fin".
Continuará...
Gastón Lejaune
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