EL CAMPEÓN QUE FUE DE MAYOR A MENOR
Italia 90 era un Mundial muy esperado por todos los
fanáticos del fútbol. No eran pocos los que auguraban que sería un campeonato
de sorpresas, que los candidatos iban a ser muchos y que habría varios
batacazos. ¿Quiénes eran favoritos? Argentina, defensor del título y tenía al
mejor jugador del mundo en ese momento, Diego Armando Maradona. Italia, el
local que tenía un gran equipo y al público a favor. Alemania Federal, eterno
candidato y finalista de las dos ediciones anteriores. Brasil, que venía de dos
campeonatos exhibiendo su habitual “jogo bonito”, pero flojo en defensa.
Holanda, último campeón europeo, que contaba con tres estrellas del entonces
mejor equipo del mundo a nivel clubes, Milan. Desde Europa oriental, la Unión
Soviética, Yugoslavia, Rumania y Checoslovaquia pintaban como rivales muy duros
para cualquiera. Uruguay, como constante animador en Sudamérica y con grandes
jugadores distribuidos en las mejores ligas, no podía dejarse de lado, como
también a Inglaterra o España.
La primera sorpresa se dio en el partido inaugural, cuando
Camerún venció, en Milán, a la Argentina, por 1 a 0. Pocos días después, Costa
Rica daba otro batacazo, al derrotar a Escocia por la mínima diferencia. Brasil
le había ganado a un duro seleccionado sueco, por 2 a 1. Italia, si bien había
sido muy superior en cuanto funcionamiento, sólo pudo vencer a Austria por 1 a
0. Quien tuvo su mejor debut, fue Alemania Federal, goleando por 4 a 1 a
Yugoslavia. Esto también fue una sorpresa. El conjunto teutón parecía una
máquina, con una defensa muy fuerte, compuesta por Thomas Berthold y Andreas
Brehme por los laterales y Jürgen Kohler y Klaus Augenthaler en la zaga
central. En el mediocampo, Thomas Hassler, Guido Buchwald, Pierre Littbarski y
Lothar Matthaus, cerebro del equipo. Adelante, la potencia de Jürgen Klinsmann
y Rudi Vöeller. Su punto más flojo era, quizás, su arquero, Bodo Illgner, pero
le llegaban muy poco.
El segundo partido de los dirigidos por Franz Beckenbauer
fue ante el débil Emiratos Árabes Unidos y el resultado fue un lógico 5 a 1. En
el encuentro que cerró el grupo, ante Colombia, se vieron las primeras grietas.
Los “cafeteros” los complicaron y los atacaron mucho más que sus dos
adversarios anteriores. Fue empate en un tanto, con un gol agónico marcado por
Freddy Rincón. En los octavos de final, en lo que fue el mejor partido del
campeonato, se tomaron revancha de la semifinal de la Eurocopa, dos años antes,
ante Holanda y lo eliminaron por 2 a 1, con una gran actuación de Klinsmann. En
ese partido fueron expulsados Frank Rijkaard y Vöeller por agresión mutua.
Hasta esa instancia, se vio el punto álgido de la selección
alemana. En los cuartos de final vencieron a Checoslovaquia, por 1 a 0, con un
gol de Matthaus de penal y, si bien fueron superiores, terminaron pidiendo la
hora. En la semifinal, la definición por penales fue la que definió el choque
contra Inglaterra, que le presentó dura batalla y lo pudo dejar afuera de la
definición. Pero la lentitud y falta de reacción de su arquero, Peter Shilton,
no permitió que eso sucediera.
En la final, repetían adversario y la sed de revancha era
enorme. Sin embargo, Argentina venía disminuida por lesiones y suspensiones.
Por acumulación de tarjetas, no jugaron Claudio Caniggia, Julio Olarticoechea,
Ricardo Giusti y Sergio Batista, además de presentar a otros jugadores que no
estaban enteros físicamente, empezando por el mismísimo Maradona. El equipo
dirigido por Carlos Salvador Bilardo había dado el último batacazo del campeonato,
al derrotar al local y gran candidato – era el que mejor venía jugando hasta
allí y el más regular – en la semifinal. Sin embargo, no fue capaz de elaborar
una sola jugada para poder llegar al arco defendido por Illgner y cedió
completamente la posesión de la pelota, apostando a lo que mejor resultado le
dio en las dos instancias anteriores: la definición por penales. Los alemanes
tenían más vocación ofensiva, pero chocaban contra una defensa sólida y bien
parada. Hasta que el árbitro mexicano, Edgardo Codesal, cobró un penal dudoso
hasta el día de hoy, faltando cinco minutos. Lo pateó Brehme con perfecta
precisión y así Alemania Federal se consagró campeón.
Los teutones terminaron siendo justos campeones, aunque dio
la sensación de que su rendimiento fue de mayor a menor. No son pocos los que
se preguntan qué hubiera pasado si en la final hubiesen enfrentado a su
histórica bestia negra: Italia. Nadie puede responder eso, pues arriesgar un
resultado o un pronóstico no tiene sentido y lo que hubiese podido suceder es,
a esta altura, incomprobable.
El
Puma
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