CON LA MISMA PIEDRA


 

         Hace varios años que Barcelona se subió a un tobogán y su bajada parece no tener fin. Desde 2015, que ganó la U.E.F.A. Champions League, hasta la actualidad, los rendimientos han ido de mal en peor. Si este año, en particular, dónde más se notan sus debilidades, sus flaquezas y su falta de juego, está peleando la liga en España, si está en octavos de final del certamen continental, si está en la semifinal de la Copa del Rey (con un pie afuera), es sólo porque en su plantel está Lionel Messi. Si no estuviera el argentino en las filas del conjunto “Culé”, sin dudas que estaría deambulando por la mitad de la tabla y ni se sentiría nombrar en Europa. Lo peor del caso, es que no aprendió de su primer tropezón. En 2017 tuvo un primer trastabille con Paris Saint Germain, perdiendo por 4 a 0 en Francia pero remontando épicamente en España y venciendo por 6 a 1. Sin embargo, en la ronda siguiente, volvió a ser vapuleado, esta vez por Juventus, que lo goleó por 3 a 0 en Turín. En Cataluña, no se repitió la hazaña. Hasta ahí, podía hablarse de un mal partido… o dos.

         En 2018, en los cuartos de final, enfrentó a Roma, venciéndolo por 4 a 1 en Barcelona y luego cayendo por 3 a 0 en Italia. Esa eliminación hizo más ruido, por la trascendencia del rival y por el paupérrimo rendimiento “blaugrana”, aunque tampoco pareció encender las alarmas. Un año después, en semifinales, el rival fue Liverpool. Nuevamente se impuso por goleada como local, por 3 a 0, con dos goles y una brillante actuación de Messi, en un resultado que fue extraño, ya que no reflejó tamaña superioridad catalana. En Inglaterra, otra goleada dejó afuera al conjunto español por tercer año consecutivo: fue 4 a 0. En la edición anterior, fue Bayern Munich quien le propinó la goleada más humillante de su historia: 8 a 2. Ya no había excusas. La dirigencia, que siempre había mirado para otro lado, decidió hacer “limpieza”, echando la culpa de todo a los jugadores y solo a ellos (públicamente, porque también echaron al entrenador, Quique Setién). Limpiaron a un plantel que, según ellos, ya estaba acabado y se sacaron de encima a varios a los que prácticamente eran ex jugadores: Ivan Rakitic, Arturo Vidal y Luis Suárez. Este último fue quién se llevó la mayor parte de las críticas. Que ya no era el de antes, que cumplió un ciclo, que ya no servía y que su único mérito era ser amigo de Messi. La cuestión es que el delantero uruguayo fue regalado al Atlético de Madrid, dónde hoy es el máximo goleador de la liga y el conjunto “Colchonero” lidera el campeonato con mucha comodidad. Se quedaron con Antoine Griezmann, cuyo rendimiento fue más bajo y, al día de hoy, no justificó en nada lo que el club gastó en su pase. Trajeron a algunos jugadores jóvenes, a los quienes le tiraron toda la presión como Sergiño Dest, Francisco Trincao y Pedri. Los tres tienen condiciones y mucho futuro, pero no era el momento de darles tamaña responsabilidad.

Algunos resultados en el pasado en la liga local y la Copa del Rey, tapaban estas eliminaciones. La posición en el campeonato tapa, por momentos, el mal rendimiento y las derrotas en todos los partidos que se presentan complicados. Messi quiso irse y razones, por lo visto, no le faltan. En este momento, él mantiene a flote a este equipo, como lo viene haciendo en los últimos 6 años. La diferencia es que ahora, al no ganar títulos, las deficiencias son más visibles. Y lo que es más notorio es la capacidad de Barcelona de tropezar con la misma piedra todos los años. Ahora, acaba de perder, en su cancha, por 4 a 1 contra el Paris Saint Germain, en la ida de los octavos de final de la U.E.F.A. Champions League. Aún le queda la revancha. Si bien hay que jugar 90 minutos y todo puede pasar, parece muy difícil que jugando así, y a pesar de contar con Messi, Barcelona no vuelva a tropezar de la misma manera que en las últimas 4 ediciones.

El Puma

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