ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR: CAPÍTULO 23, PARTE 1
UN RESBALÓN
En el Departamento de Policía, el Inspector Menchaca hacía antesala en la Sección Homicidios. Había sido llamado por el Inspector Jefe don Tabaré Doublecross - hijo de inglés y de uruguaya - en relación con lo que vagamente éste había denominado "el caso mongólico". Al cabo de un rato de espera, fue admitido al sancta santorum de la represión criminal, y para su sorpresa se encontró, además de la persona de su superior jerárquico, con la amplia presencia del Investigador Privado León Sphincter, quién le hizo una distante cortesía e inmediatamente procedió a un minucioso examen de algunos diplomas que colgaban de las paredes del despacho, como desinteresándose de la conversación.
"Siéntese, Menchaca." pronunciaba Doublecross, con cierto tono oficial alejado de su habitual cordialidad.
"Gracias, señor"
Pausa. Obviamente, el "inglés", como lo llamaban sus compañeros, no sabía cómo empezar la conversación. Finalmente, y con un tono del que la admonición no estaba enteramente ausente, dijo:
"Bueno, parece que el asunto de la Embajada de Mittelmongolia está resuelto."
Menchaca miró con sorpresa al Inspector Jefe, y temió que le hubieran ganado de mano. Si bien no tenía idea exacta de cómo habían pasado las cosas y de quién era el autor, sí estaba convencido de que la versión de Mazuchelli no era correcta. Le faltaban algunas cosas para tener certeza sobre la solución del caso, pero se creía sobre la verdadera pista, por lo cual había guardado para sí sus secretos razonamientos. Se sentó con más comodidad en su sillón, y guardando silencio, asintió con un gesto.
Doublecross continuó:
"El doctor Sphincter aquí, parece que ha llegado a conclusiones definitivas, abonadas por una confesión". Y dirigiéndose al investigador privado, agregó: "¿Por qué no le repite al Comisario lo que me acaba de contar?"
Sphincter tardó un par de segundos en acceder al pedido de su amigo, como para dejar sentada su renuencia a descender al nivel de simple comisario, pero como no pudo negarse, asumió una de sus actitudes superiores.
"Bueno, se trató de un simple procedimiento al que me condujo una elemental reflexión de carácter psicológico".
Y dirigiéndose al Jefe, como si Menchaca no existiera, continuó con voz profunda - coronada de alguno que otro falsete - y tono de narración:
"Cuando se reflexiona sobre un caso, hay ciertos indicadores determinantes. El presente es uno donde las señales están a la vista: sólo es necesario mirar".
Tras tan notable introito, Sphincter puso el rostro a unos 45° del eje de su cuerpo y, mirando hacia la juntura del plafond con la pared, prosiguió como un maestro que se divirtiera en mostrar a sus alumnos poco aventajados la superioridad de su razonamiento.
"Nos encontramos ante un crimen cometido típicamente por una pareja: uno el íncubo, otro el súcubo. El íncubo es el Embajador Foffeti y Violeta el súcubo. Ambos son demoníacos, puesto que Foffeti busca echar la culpa sobre Violeta y ésta busca satisfacer su propia venganza, haciendo parecer que cede a las instancias de Foffeti".
Continuará...
Gastón Lejaune
Comentarios
Publicar un comentario