EL EQUIPO DE TELÉ


 

         En pleno invierno de 1992, en el estadio Morumbí de San Pablo, Fernando Gamboa debía patear el quinto penal para Newell´s, convertir y esperar a que el rival errara para continuar con la serie de uno en la definición desde los 12 pasos. Habían errado Eduardo Berizzo, cuyo remate pegó en el palo, y Alfredo Mendoza que tiró la pelota por encima del travesaño. El defensor del equipo rosarino enfrentaba a Zetti, quien estaba parado en el medio del arco y estirando sus dos brazos, pareciendo emular al monumento del Cristo que está en Rio de Janeiro. Sonó el silbato, Gamboa tomó carrera, pateó suave y Zetti atajó el remate. Sao Paulo obtenía su primera Copa Libertadores y frustraba a los rosarinos, que perdían su segunda final en cuatro años. Nadie pensaba, en ese momento, que el conjunto tricolor, dirigido por Telé Santana, iba a dominar el fútbol mundial por los siguientes dos años.

         El entrenador de los paulistas era conocido por pregonar un fútbol vistoso y ofensivo. Había tenido su etapa en la selección brasileña, dirigiendo a la “Canarinha” en los mundiales de 1982 y 1986. Ese equipo fue reconocido por su gran nivel, su intensidad ofensiva y por contar con jugadores de excelencia como Careca, Müller, Josimar, Junior, Zico, Eder, Paulo Roberto Falcao, Toninho Cerezo, Socrates, Branco, entre tantos grandes jugadores. Su talón de Aquiles siempre fue la última línea y especialmente el arquero. En momentos muy importantes, esas flaquezas salieron a la luz. En 1982, ante Italia, y en 1986 frente a Francia.

         Telé pareció tomar nota de eso y no cometió el mismo error en Sao Paulo. Contaba con un arquero sobrio y seguro, como lo era Zetti. Su suplente era nada menos que Rogerio Ceni, quien sería, tiempo después, el titular indiscutido y máximo arquero goleador de la historia del fútbol brasileño. En los laterales estaban Cafú e Iván Rocha, que iban y venían, mientras que en la zaga central estaban Antonio Carlos Zago y Ronaldao. El medio campo contaba con Pintado en la contención, Raí – hermano de Sócrates y posterior campeón mundial con Brasil en 1994 –, Adilson y Elivelton como carrileros, mientras que Müller y Palinha eran los delanteros. A su juego vistoso característico, Telé consiguió equilibrarlo con la marca necesaria para poder ganar lo que no pudo con la selección.

         A finales de ese año, se enfrentó al Barcelona dirigido por Johan Cruyff, por la Copa Intercontinental. Nadie hubiese apostado, antes del partido, por el triunfo de Sao Paulo. Pero Telé y sus muchachos tenían otros planes. Raí fue la figura del partido, que comenzó ganando Barcelona, pero que con dos goles del capitán paulista, lo dio vuelta y sorprendió a todo el mundo. Pero la historia no terminó allí. Sao Paulo volvió a ganar la Copa Libertadores, venciendo a Universidad Católica de Chile, en la final, para luego volver a sorprender al mundo, derrotando a Milan por 3 a 2 en la Copa Intercontinental. A su vez, en 1993 ganó la Supercopa Sudamericana venciendo a Flamengo en el partido decisivo.

         El tercer año parecía que iba a ser igual. Sao Paulo volvió a jugar la final de la Copa Libertadores, esta vez ante el Vélez de Carlos Bianchi. Paradójicamente, todo terminó de la misma manera que empezó, por penales, el equipo de Liniers le arrebató el título. Durante esa década, y por mucho tiempo más, se siguió hablando de ese equipo de Telé que ganaba, gustaba y, varias veces, goleaba.

El Puma

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