UNA OBRA DE INGENIERÍA


 

         “¿Quién es este tipo?” “¿Un ingeniero?” “¿Qué, viene a armar los codos del estadio?” Esta y otras tantas preguntas se hacían los hinchas de San Lorenzo y, también, los de los otros equipos del fútbol argentino, cuando el chileno Manuel Pellegrini desembarcó en Boedo para hacerse cargo del primer equipo. Oscar Ruggeri había renunciado pocos días antes del comienzo del torneo Clausura 2001 y urgía un reemplazante. Lo único que se sabía del ingeniero trasandino, era que fue el mejor entrenador que habían tenido dos símbolos azulgranas como Néstor Gorosito y Alberto Acosta, según sus propias palabras. Era una apuesta difícil y arriesgada, pero desde el “Ciclón” eso no importó.



         Pellegrini tomó el mando del equipo en la tercera fecha, luego de que el equipo igualara en el debut ante Gimnasia y Esgrima La Plata en dos tantos y venciera a Newell´s Old Boys, por 2 a 1 en la segunda jornada. Peor debut no podía tener, cayó por 2 a 0 ante Racing, en Avellaneda. Ahí surgieron esos interrogantes y fueron cada vez más recurrentes. Luego vinieron tres triunfos y un empate, antes de sufrir la derrota más dura y, a su vez, la última: ante River Plate, por 3 a 1, en el Nuevo Gasómetro. A partir de ese momento, ganó todos los partidos que jugó hasta el final del torneo. Peleó el campeonato con los de Núñez y, luego de estar varias jornadas cabeza a cabeza, en la penúltima logró pasar al frente, para festejar en la última fecha ante Unión.

         Ese equipo contaba con la solidez de Sebastián Saja, en el arco, una defensa sólida comandada por Fabricio Coloccini, Horacio Ameli y Eduardo Tuzzio. En el mediocampo, Pablo Michelini era quien contenía y cortaba los avances rivales, mientras que la creación pasaba por los pies de Leandro Romagnoli y Walter Erviti. Desde el banco de suplentes, contaba con la experiencia de Leonardo Rodríguez. Raúl Estévez por las bandas y Bernardo Romeo en el centro, conformaban la delantera titular, pero tenían en el banco de suplentes relevos de primer nivel como Jorge Quinteros y Sebastián Abreu. En silencio y de menor a mayor, San Lorenzo se fue consolidando como un gran campeón y consiguió una marca de once partidos seguidos sin perder, ni siquiera empatar, récord que persiste al día de hoy. El ingeniero Pellegrini, de perfil bajo y un verdadero caballero a la hora de declarar, demostró que no era ningún improvisado y comenzaría, desde ese momento, una carrera ascendente, con algunos tropiezos pero siempre yendo hacia adelante. De la mano del trasandino, San Lorenzo obtuvo también su primer título internacional, que fue la última edición de la Copa Mercosur – luego reemplazada por la actual Copa Sudamericana – en 2001 (aunque la final se postergó y disputó en 2002 por los eventos dramáticos que se vivieron en Argentina a fines de 2001).

         Manuel Pellegrini dejó su marca en Boedo y, sin dudas, los hinchas lo tienen en el recuerdo como un gran entrenador que pasó por su club. Comenzaba, a principios de 2001, la gran obra de ingeniería que llevó muchos años construir, pero que dejó su marca.

El Puma

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