ASESINATO EN EL SERVICIO EXTERIOR: CAPÍTULO 13
MENCHACA
Y DORINDA
Menchaca decidió dirigirse en
persona a la Embajada de Mittelmongolia. Llamó a la puerta y le dijo al mucamo
oriental que quería hablar con la Secretaria social. Pocos minutos después se
encontró delante del flequillo y los ojos semitapados de Dorinda, a quien esta
visita le había puesto los nervios de punta. Después de los saludos de rigor,
Menchaca le dijo con su mejor tono bonachón que quería que lo ilustrara un poco
sobre el caso, porque él había leído algunas de las declaraciones tomadas por
Mazzuchelli pero no entendía bien como eran las cosas. Después de hacerse repetir todo el racconto de los hechos, salió con una extraña pregunta:
"En el salón grande de la
Residencia, en la pared principal, hay una fotografía ampliada del Rey, pero se
ve que allí había un cuadro muy grande, cuya forma se advierte en el muro. Qué
representaba ese cuadro?"
Total desconcierto de Dorinda, que
esperaba cualquier cosa menos esa. Cierto alivio, al mismo tiempo, por lo impersonal
del tema abordado.
Después de un minuto de reflexión,
respondió:
"Ese cuadro era del Presidente,
o Jefe, o algo así, de la República Democrática y Popular de Mittelmongolia.
Hace un tiempo fue sacado de allí y llevado al saloncito del...crimen. Después
de unos días desapareció y trajeron de un taller de fotografía la foto ampliada
del Rey."
"Me podría precisar las
fechas?"
Extrañeza de Dorinda y llamado
telefónico al Secretario Bator, quien compareció personalmente al cabo de pocos
minutos. Luego de presentarse y saludar al Comisario Inspector, Bator explicó en su peculiar, pero
fluido castellano que el cuadro en cuestión representaba al entonces llamado
Gran Conductor Atilo (hoy "el innombrable"). Que el Embajador lo
había sacado del salón grande y relegado al saloncito pequeño aproximadamente
un mes antes del crimen." Las razones del cambio, no necesitaba Menchaca
inquirirlas, al corriente como estaba de los cambios políticos ocurridos en
Mittelmongolia y de las piruetas del Embajador para mantener su inestable
equilibrio.
Volvieron al escritorio de la
secretaria, Bator habiéndose excusado por razones de trabajo y Dorinda
considerablemente aliviada por el giro que había tomado la conversación.
Después de sentarse, el Comisario Inspector sacó unas hojas bastante arrugadas,
y con la vista buscó algunos pasajes del texto.
"Esta es su declaración a
Mazzuchelli. Le leo un párrafo:
"Para que diga que relación
guardaba con el occiso, contestó que era
de amistad. Que en razón de ser el Ministro Vegas funcionario del Protocolo,
ella lo veía cuando organizaba fiestas o
comidas, y que en varias oportunidades le había pedido que hiciera el plano de
la mesa.
Preguntada para que diga si no había
otro elemento de intimidad en dicha
relación, contestó que no."
Dorinda se movió en su asiento, y
levantando las cejas, agrandando los ojos, poniendo la boca en un
"oh" casi constante, y dando otras muestras de inocencia, representó
uno de sus papeles preferidos; el de Caperucita Roja frente al Lobo Feroz.
"Así es, Comisario, esa era
nuestra relación. Yo lo veía de tanto en tanto, pero nada más."
"Bueno, quería estar
seguro."dijo Menchaca, y se guardó el papel en el bolsillo. Tranquilizada
Dorinda por el fácil éxito de su numerito, quiso dar algunos detalles que
añadieran verosimilitud a sus dichos, y al mismo tiempo la congraciaran con el
Comisario Inspector al mostrar comprensión por el justificable error detrás de
su actitud inquisitiva.
"Claro, ya entiendo por qué me
hace usted esta pregunta. El Ministro tenía fama de homme a femmes no es cierto?"
Temiendo
que Menchaca no hubiera digerido bien el injerto gálico, aclaró:
"Un poco...mujeriego. Yo se que
tuvo episodios con algunas colegas, y en realidad no perdonaba a ninguna."
Aprovechando la bolada, agregó que
pensaba que la señorita...como se llamaba la Secretario de Embajada?
"Navalcarnero" completó el
Comisario Inspector.
"Ah, sí...Navalcarnero. Creo
que ellos tuvieron algo que ver."
"No me diga!" fingió
Menchaca, y Dorinda asintió con la cabeza, con los ojos y con todo lo que pudo
mover de arriba para abajo y de abajo para arriba. El giro de la conversación
la animó a tirar una paladita más de tierra, y añadió con su mejor tono
inocente:
"En realidad, todo el mundo lo
sabe. Ella quedó muy resentida cuando Vegas resolvió romper la
relación..."
"Me imagino!" asintió
robustamente Menchaca, y luego como hablando para sí:
"Las mujeres pueden ser muy
extrañas...discúlpeme señorita Dorinda..."
"Por lo menos, algunas mujeres.
Esta Secretario, según me contaron, es muy errática en su conducta..."
"Y quien le contó?"
pregunto, súbitamente peligroso, el Comisario Inspector.
Dorinda vaciló una fracción de
segundo, y resolvió cargarle el mochuelo por segunda vez a Marta.
"Bueno, Marta Fouchet...Ella la
tiene por algo desequilibrada...capaz de extrañas reacciones..."
" Como echar cianuro de potasio
en un vodka-tonic?" preguntó no sin sorna el Comisario.
Dorinda advirtió que podía perder
credibilidad si iba tan rápido, y decidió cambiar de tema. Volvió al
donjuanismo de Vegas y con cierta modestia, añadió que ella misma no había
escapado del asedio que Vegas entablaba hacia toda mujer menor de sesenta años
y con más de treinta kilos de peso.
"Pero, claro, al poco tiempo se
dio cuenta de que conmigo no andaban esas cosas, y mantuvimos una relación
correcta y amable, dentro de lo que sus rasgos de carácter ‑algo violentos a
veces‑ permitían."
"Claro, claro" dijo
Menchaca, ya harto de este jueguito transparente, casi un insulto a su
profesionalidad. Se acordó de aquella corrida de toros que vio en la plaza de
Madrid, y recordó el "momento de la verdad". Se vio a sí mismo
atrayendo al toro a la espada envuelta en la capa y clavando inmisericorde el
acero hasta la cruz en la cerviz de su víctima. Hurgando en sus bolsillos, sacó
una foto y se la alcanzó a Dorinda. Esta la tomó, la miró intensamente y se
puso pálida. Guardó silencio por un rato.
"Esta fue una broma que
hicimos. Fingimos ser un par de enamorados frente a unos amigos que..."
Fue bruscamente interrumpida por
Menchaca, quien abandono su fingida bonhomía para transformarse en el Comisario
Inspector que era desde hacía algunos años.
"Vea, Dorinda, no me tome por
imbécil. Esta foto fue sacada en Villa Gessell el verano pasado. Usted y Vegas
se alojaron en el hotel "Brisas", cuarto numero 27, con vista al mar.
Eligieron Villa Gessell porque allí no va nadie conocido y en expresión que su
amigo le confió a otro, quien me lo confió a mí, no le podían "dar la
cana". Yo hice verificar por mi
cuenta los libros del hotel, tengo las fechas y varios testigos. Eso fue
mientras el "occiso" mantenía un romance "principal" con
Navalcarnero, que usted conocía perfectamente porque entre las pocas virtudes
del difunto no estaban ni la caridad ni la discreción."
Menchaca vaciló, pero no pudo
contenerse. Más tarde, en la tranquilidad de su oficina iba a analizar su
reacción y a concluir en que Dorinda era uno de esos caracteres que uno de sus
psiquiatras favoritos, Eric Berne, identificaba como portando un letrero que decía:
"Patéame". De algún modo se las arreglaba Dorinda para reclamar
fuertes patadas psicológicas, y Menchaca había entrado inconscientemente en el
jueguito en el que él mismo representaba el papel de "pies grandes".
"Tampoco usted corresponde a la
imagen del corderito con que se presenta ante el mundo: mientras mantenía su
agonizante romance... para llamarlo de algún modo, con Vegas, se acostaba con
Méchant, el profesor de tenis, y antes de llegar al difunto intentó atraer a su
popular alcoba nada menos que al Secretario Bator. Así que hablemos con más
claridad ahora."
Un mazazo en la cabeza no hubiera
hecho efecto mayor en Dorinda. Se dio cuenta de lo vano de sus actuaciones y
sobreactuaciones en un tipo tan encallecido como Menchaca, que parecía poder
ver a través suyo. Pensó con tristeza en Sphincter, con quien podía ensayar a
gusto diferentes papeles, y a quien tenía convencido de tantas cosas. Quién
sabe qué torturas espirituales la harían pasar ahora, qué preguntas, qué
episodios inconfesables saldrían a la luz! Miró al Comisario Inspector con
mansedumbre.
" Qué quiere saber,
Comisario?"
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