¡MALDITOS SEAN!


 

         “Que lo vuelvan profesional, que hagan del América lo que quieran, pero juro por mi Dios que nunca serán campeones”. “Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años”. Esas dos frases no habrán sido tomadas en cuenta, o en serio, cuando fueron dichas. Pero con el paso del tiempo, retumban en los oídos y las cabezas de los hinchas de América de Cali y Benfica. La primera fue pronunciada por un ex jugador y directivo del conjunto colombiano, Benjamín Urrea, más conocido como Garabato, en 1948, cuando los dueños del club decidieron competir en la liga profesional colombiana. La segunda, por el más exitoso entrenador de la historia de Benfica, Bela Guttman. El club más popular de Portugal transitó su época de mayor gloria a principios de la década del 60 del siglo pasado. Las Águilas habían obtenido dos Copas de Campeones de Europa, venciendo en la primera final a Barcelona, que contaba con los húngaros Sandor Kocsis y Ladislao Kubala, mientras que en la segunda venció a Real Madrid, con el húngaro Ferenc Puskas y el argentino Alfredo Di Stéfano en las filas españolas. En medio de los festejos, el entrenador solicitó un aumento de salario. La directiva se negó y lo despidió. A raíz de ese episodio, pronunció esa frase con augurio de maldición.

         En Cali, se sufrió del maleficio del Garabato durante 31 años, y parecía que quedaba atrás, en 1979, cuando los “Diablos Rojos” se consagraron campeones del fútbol colombiano, repitiendo el título local varias veces más. Pero Garabato regresó para la Copa Libertadores de América, dónde los caleños sufrieron las peores y más insólitas frustraciones. En la década del 80, América llegó a tres finales seguidas. De la mano del médico, Gabriel Ochoa Uribe, con un equipo lleno de figuras de la talla de Willington Ortíz, Ricardo Gareca, Roberto Cabañas, Carlos Ischia, Julio César Falcioni, se quedó en la puerta de la definición ante Argentinos Juniors, en 1985, perdiendo por penales en el tercer partido en Asunción. Al año siguiente, no pudo con River Plate, perdiendo tanto en Cali, como en Buenos Aires. En 1987, con la premisa de que la tercera es la vencida, estuvo más cerca que nunca. Enfrentaba a Peñarol de Montevideo, al que venció por 2 a 0 como local y cayó por 2 a 1 en Uruguay. Se debió jugar un tercer partido, dónde los colombianos tenían ventaja por diferencia de goles y con sólo empatar, se consagraban. Después de los 90 minutos reglamentarios, el partido estaba 0 a 0. Se jugaron 30 minutos más. El resultado seguía inalterado en el estadio Nacional de Santiago, en Chile, pero faltando… ¡17 segundos!, Garabato pareció encarnarse en Diego Aguirre, quién marcó el gol agónico para darle la quinta Copa a Peñarol, y dejó en silencio a sus hinchas, que ya empezaban a festejar. Fue 1 a 0 y nueva frustración. En 1992, volvió a estar cerca, pero en las semifinales cayó por penales ante Newell´s Old Boys, por 11 a 10, teniendo varias oportunidades para definir la serie. En 1996, volvió a llegar a la final y chocó nuevamente con River. En 2003 se sacó la espina del conjunto de Núñez al eliminarlo en cuartos de final, pero chocó en semifinales con Boca Juniors. A partir de ahí, el mal se agudizó. Por si no alcanzaban las frustraciones, América descendió a la segunda división del fútbol colombiano en 2011, y permaneció allí por 5 años. Si bien regresó y nuevamente es protagonista de los campeonatos locales, aún no logra librarse del maleficio continental.

         En Lisboa, los simpatizantes de Benfica recuerdan siempre a Guttman cuando pierden alguna final europea. La primera fue al poco tiempo del despido del entrenador, en 1963, ante Milan. Luego en 1965 y en 1968, volvió a caer ante Inter y Manchester United respectivamente. Por esos años, el conjunto lisboeta contaba con grandes equipos, una estrella mundial como Eusebio y era protagonista de cualquier competencia en la que participaba. Pero pasaban los años y las décadas, y Benfica no podía alzar una copa europea. En los 80, volvió a ser protagonista, pero volvió a tener tres frustraciones. En 1983, cayó en la final de la Copa U.E.F.A ante Anderlecht, en 1988 los penales volvieron a negarle una Copa de Campeones, su nuevo verdugo fue el P.S.V. Eindhoven. Dos años después, chocaron nuevamente contra Milan, cayendo por 1 a 0. Las palabras de Guttman se oían cada vez más fuerte. En 2013 y 2014, nuevamente llegó a la final, pero Chelsea y Sevilla lo dejaron con las ganas. La fecha de vencimiento para la maldición de Benfica es en 2061, aún quedan 4 décadas. Se dice que no hay mal que dure 100 años, Guttman no piensa lo mismo, definitivamente.

         Creer o reventar, los dos equipos están atrapados en una suerte de hechizo. Posiblemente, en otra época, tanto Garabato como Guttman podrían haber sido acusados de brujería, con un destino trágico para ambos. Sin embargo, quienes sufrieron las consecuencias, fueron América y Benfica.  Hay dos coincidencias en ambas: 1) el maleficio vino desde adentro de ambos clubes y fueron pronunciadas por personas que fueron dejadas a un lado; 2) los dos equipos usan camiseta roja.  

El Puma

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