LA VERSIÓN BRINDISI DEL ORGULLO NACIONAL


 

         Si hay que hablar de un club con mucha historia en la Argentina, Independiente tiene que estar en la charla. El “Diablo Rojo” de Avellaneda, el “Rey de Copas”, máximo ganador de la Copa Libertadores, tiene credenciales y pergaminos de sobra para codearse con los grandes a nivel mundial. Con un andar espectacular en la década del 70 y 80 – las mejores de su rica historia – , tuvo un arranque irregular en los 90. Empezó el último decenio del siglo XX sufriendo el retiro de su máximo ídolo, Ricardo Bochini y arrancando de cero.

         Luego de haber sido campeón en la temporada 1988-89, Independiente tuvo una caída pronunciada y sorprendente. Pasó de ser protagonista a ser un equipo más en la Primera División. Desfilaron entrenadores, entre los cuáles estuvo Bochini, pero no se encontraba el rumbo. En 1992, comenzó a romper el mercado de pases y a incorporar figuras. En ese entonces, Pedro Marchetta era el director técnico y consiguió que el “Rojo” se vuelva a tutear con las posiciones de arriba. Sin embargo, el equipo insinuaba más de lo que concretaba. El ciclo Marchetta se desgastó y la dirigencia apostó por Miguel Ángel Brindisi, quién no había tenido experiencia en la Argentina. Sin embargo, el equipo cambió notablemente y se veía un juego diferente, más ofensivo y vistoso.

         En ese año, 1994, el rendimiento llegó a la cresta de la ola. Había que acertar con los refuerzos. Y así se hizo. El club de Avellaneda contrató al talentoso delantero colombiano Albeiro Usuriaga, un moreno alto, peinado con rastas y dotado de un talento natural único. Contaba, además, con la presencia del experimentado atacante Ricardo Gareca.

         Brindisi apostó por un once fijo y de memoria. Luis Islas era el arquero, campeón del mundo en México 86, en el mejor momento de su carrera. La defensa estaba compuesta por una línea de cuatro: Néstor Craviotto, por la derecha, Pablo Rotchen y José Tiburcio Serrizuela los zagueros centrales, Juan Carlos Ramírez, por la izquierda. Guillermo Ríos y Jorge Gordillo eran las ruedas de auxilio en los laterales. Diego Cagna, por el sector derecho, Hugo Pérez, en el centro, Gustavo López por izquierda, más Daniel Garnero libre, componían el mediocampo. Adelante, el “Palomo” Usuriaga y Sebastián Rambert completaban la formación.

         El rendimiento fue de menor a mayor. En las últimas fechas, no solo ganaba, sino también goleaba. Peleaba el campeonato con Huracán, quién tomó ventaja en la fecha 15, tras vencer a Deportivo Mandiyú de Corrientes, como visitante, mientras que Independiente había igualado sin tantos con Argentinos Juniors. En la última fecha, ambos se enfrentaron en Avellaneda. Los de Parque Patricios, dirigidos por Héctor Cúper, necesitaban hasta un empate para obtener su segundo campeonato local. Sin embargo, su error consistió en ir por ese puntito necesario y se encontró con un rival que fue una aplanadora. A los pocos minutos, Independiente se puso en ventaja con un gol de Rambert y enseguida amplió la diferencia con un tiro libre magistral de Garnero. A partir de ahí, fue todo a pedir del “Rojo”. Huracán no tuvo ni las ideas, ni los recursos, ni su buen rendimiento hasta entonces, para poder hacerle fuerza al conjunto de Avellaneda. Y llegaron más goles, César Couceiro, en contra de su valla, y Gareca, cerraron el 4 a 0 final con el que Independiente se consagró campeón, luego de 5 años.

         Para ponerle el broche de oro a un año sensacional, los dirigidos por Brindisi se tomaron revancha en la Supercopa y vencieron a Boca Juniors en la final. El “Rojo” había caído por penales en la definición del certamen ante el “xeneize” y esperó 5 años para poder tener esa posibilidad.

         En una década futbolística dominada fundamentalmente por River Plate y Vélez Sarsfield, Independiente no podía faltar en el historial. Si bien Brindisi se fue al año siguiente y ese equipo se desmanteló demasiado pronto, sus hinchas guardan en su memoria y en su corazón a ese once titular. Esa es una de las tantas formaciones que componen el viejo adagio “será siempre Independiente, el orgullo nacional”.

 

El Puma

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