FRANCIA 1998: CABEZAZO A LA ILUSIÓN
Después de la eliminación de Argentina en Estados Unidos
1994, con un caso de doping positivo y muchas repercusiones, se quiso dar un
golpe de timón y mostrar una imagen más “disciplinada” de la selección. Para
eso, Julio Grondona, entonces presidente de la Asociación del Fútbol Argentino,
eligió a Daniel Passarella, quien venía de dirigir 4 años en River, con éxito,
promoción de jugadores de divisiones inferiores y, en especial, manteniendo
orden en el plantel. El cambio de imagen fue visible en lo inmediato, todos los
integrantes del seleccionado vestían de traje y tenían el pelo corto. También
hubo un gran recambio y se conoció esa era como la “post-Maradona”.
El “Kaiser” armó una base de chicos jóvenes, con la que
mechó algunos experimentados como Gabriel Batistuta, José Chamot, Diego
Simeone, Roberto Sensini y Abel Balbo. Hizo debutar y le dio rodaje a Javier
Zanetti, Roberto Ayala, Matías Almeyda, Hernán Crespo, Juan Sebastián Verón,
Claudio López, Ariel Ortega, Marcelo Gallardo, entre tantos otros. Sin embargo,
problemas en la comunicación, algunas decisiones polémicas y la mala relación
con la prensa, empañaron su era. En los primeros amistosos, se vio un
rendimiento parejo y, por momentos bueno, como también en la Copa Rey Fahd
(actualmente denominada Copa de las Confederaciones), donde fue finalista, o en
los Juegos Panamericanos, obteniendo la medalla dorada.
Pero la primera prueba de fuego para Passarella y su equipo,
fue la Copa América, disputada en Uruguay, en 1995. Argentina arrancó con dos
victorias y perfilándose para ser candidato. Pero para el tercer partido,
estando ya clasificada para los cuartos de final, el entrenador puso un equipo
alternativo (cambió a nueve jugadores) y perdió por 3 a 0 ante Estados Unidos,
resignando el primer lugar y teniendo que ir a jugar los cuartos de final
contra Brasil. Allí jugó un gran primer tiempo, en el que se iba imponiendo por
2 a 1. Sin embargo, en el cierre de esa etapa inicial, Leonardo Astrada vio la
tarjeta roja, obligando al equipo albiceleste a replegarse durante el complemento.
Cosa que hizo, y venía bien, neutralizando a la “canarinha”, hasta que en los
últimos minutos, el árbitro del partido no vio una mano clamorosa de Tulio,
quien gracias a esa acción, se acomodó la pelota y definió en el mano a mano
con Rolando Cristante. En la definición por penales, los de amarillo se
impusieron por 4 a 2.
La siguiente prueba importante era el comienzo de las
eliminatorias. Argentina arrancó de gran forma, ante Bolivia en el Monumental,
imponiéndose por 3 a 1. Pero la ilusión duró poco, ya que en la fecha
siguiente, perdió por 2 a 0, en Quito, ante Ecuador y donde Passarella
pronunció la famosa frase “en la altura, la pelota no dobla”, que fue tomada
por muchos como una broma. El andar era tambaleante, hasta que llegó el triunfo
ante Colombia, en Barranquilla, por 1 a 0. En el medio, estuvo la gran
actuación en el torneo Preolímpico, y en los Juegos Olímpicos de Atlanta, dónde
obtuvo la medalla plateada, tras perder la final con Nigeria. El resto de las
eliminatorias fue tranquilo, pero hubo dos manchas en el medio: la penosa
actuación y el reprochable comportamiento en el partido ante Bolivia, en La
Paz, y la mala Copa América en el Altiplano.
En 1998, llegaba el desafío que todos esperaban: el Mundial
de Francia. Tanto en la previa, como en los primeros partidos, el andar del
equipo despertaba optimismo. Sin embargo, las disposiciones de Passarella con
respecto a las prácticas (no dejaba a nadie acercarse al predio donde estaban)
y la decisión de no dar entrevistas individuales, tras el enojo por una
información dada, fueron escollos que terminaron perjudicando al equipo. Se
llegó hasta cuartos de final, dónde se cayó con Países Bajos por 2 a 1 y en
donde fue expulsado Ariel Ortega sobre el final, tras propinarle un cabezazo al
arquero Edwin Van Der Sar, un minuto antes que los de naranja marcaran el gol
definitivo. Las críticas llovieron desde todos lados.
¿Esa selección pudo llegar más lejos? Por supuesto, no le
faltaba plantel para eso. Sin embargo, por cuestiones extrafutbolísticas,
terminó siendo muy criticada. El rendimiento fue bueno, en líneas generales,
pero la falta de cintura política del “Kaiser” terminó hundiendo las ilusiones,
y el cabezazo de Ortega, fue el sello final.
El
Puma
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