ANGEL II


 

         Cuando Ramón Ángel Díaz volvió de Japón, en 1995, deseaba tener su despedida como jugador de River. La institución de Núñez, acababa de echar al entrenador, Carlos Babington, quien había realizado una mala campaña con el equipo campeón invicto que heredó de Américo Rubén Gallego. Alfredo Dávicce, le ofreció al “Pelado” hacerse cargo del plantel profesional, realizando una apuesta similar a la que realizó cinco años antes con Daniel Passarella.

         El riojano, que no tiene demasiados inconvenientes en aceptar desafíos, aceptó. Asumió para el torneo Apertura y debía afrontar los cuartos de final de la Copa Libertadores, ante Vélez, además de la Supercopa. Por el máximo torneo continental, eliminó al conjunto de Liniers, cuyo entrenador era Carlos Bianchi, por penales. En la semifinal, chocó contra Atlético Nacional de Medellín y su arquero, René Higuita. El guardameta fue la figura de la serie, convirtiendo un gol de tiro libre en el encuentro de ida, en Colombia, y siendo determinante en la revancha en el estadio Monumental, tapando cuando remate iba al arco, y atajando un penal a Matías Almeyda en la definición desde los doce pasos. En el campeonato local, hacía agua por todos lados, generando murmullos en la platea San Martín. Jugando la Supercopa, llegó hasta la semifinal, cayendo otra vez por penales, esta vez ante Independiente. Las descollantes actuaciones del uruguayo Enzo Francescoli, salvaba a River del desastre en ese semestre.

         En la segunda mitad de la temporada, el crédito parecía ir agotándose para el “Pelado”. Por lo bajo, se decía que sólo podría salvarlo la obtención de la Copa Libertadores. Y, para sorpresa de varios incrédulos, River bajo su conducción, obtuvo el certamen continental, el segundo de su historia en ese entonces. A partir de ese momento, y habiéndose sacado una pesada carga, su equipo empezó a descollar y a brillar por las canchas de la Argentina. Llegaron refuerzos de categoría como Roberto Monserrat, Marcelo Salas, Julio Cruz y Eduardo Berizzo, para completar un plantel de grandes figuras que se complementaban en gran forma. Obtuvo tres títulos locales consecutivos y una Supercopa. Tras una nueva obtención de un campeonato local, en 1999, y luego de unas diferencias con la dirigencia, renunció en un torneo de verano, después de perder contra un equipo juvenil de Boca Juniors, por 2 a 1. Un año y medio más tarde, para calmar los ánimos caldeados por dos eliminaciones continentales y un campeonato local perdido a manos del San Lorenzo de Manuel Pellegrini (título obtenido en forma brillante con 11 victorias consecutivas), regresó a Núñez.

         Su primer torneo se le escapó ante el Racing de Reinaldo Merlo, mientras que para el segundo, se alzó con el título. Sin embargo, al vencer su contrato, José María Aguilar, presidente electo seis meses antes, no se lo renovó. Ramón Díaz, volvió a dirigir cinco años más tarde, luego de haber estado como manager en Oxford United, de la tercera división de Inglaterra. Y lo hizo en San Lorenzo, obteniendo un campeonato local y alcanzando los cuartos de final de la Copa Libertadores (eliminando a River en su estadio), cayendo ante Liga de Quito, a la postre campeón de esa edición. Esa serie trajo problemas en el vestuario y el “Pelado” renunció al poco tiempo. Tras una corta estadía en América de México, regresó a Boedo, pero su segundo ciclo no fue bueno. De allí, se mudó a Avellaneda para dirigir a Independiente, con una muy mala campaña.

         Parecía que los caminos del riojano y de River no se volverían a cruzar, pero lo hicieron en el momento menos pensado. Daniel Passarella, presidente del club en ese entonces, y distanciado del “Pelado”, lo llamó para que se haga cargo del equipo, que venía de ascender. Llegaron las elecciones y asumió Rodolfo D´Onofrio, con quien no tenía afinidad. Con la nueva comisión directiva, obtuvo el torneo Clausura 2014 y la Copa Campeonato. Ni bien sucedió eso, renunció.

         En los años siguientes, dirigió a la selección paraguaya, en el fútbol árabe y egipcio. Días atrás, renunció como entrenador de Libertad de Paraguay, tras dos derrotas consecutivas en la Copa Libertadores, ante Boca y Caracas.

         La picardía que tenía cuando jugaba, la potenció durante su etapa de entrenador. Muy hábil para declarar y meterse en el bolsillo a los periodistas, con chicanas y simpatía. En River fue dónde más se destacó, sin ninguna duda, y podría ser bautizado como Ángel II. Pero así como Ángel I ganó muchos superclásicos, él fue el que más veces los perdió (sólo ganó 3 en total entre sus 3 etapas). De todas formas, eso no alcanza para empañar el hecho de que es, hasta ahora, el técnico más ganador de la historia “millonaria”.

El Puma

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