CONTE DEBE QUEDARSE

         Inter viene de otro año sin títulos en su haber. El último galardón fue la Copa Italia en 2011, cuando derrotó en la definición a Palermo, por 3 a 1 con el brasileño Leonardo – hoy mánager del Paris Saint Germain – dirigiendo al equipo. Ese fue un oasis en el desierto, de una caída estrepitosa, iniciada con la salida de José Mourinho el año anterior. En las siguientes temporadas, el club milanés cambió de entrenador permanentemente, sin apostar por ellos o por un proyecto. Dinero para comprar jugadores no faltaba, y no se escatimaron recursos para traer lo que se quisiera.

         Entre los entrenadores que pasaron y a los que no les tuvieron paciencia, figuran Rafa Benítez (luego con un paso exitoso por Napoli), Gian Piero Gasperini (en Atalanta lo dejaron trabajar y lo clasificó a la U.E.F.A. Champions League por segundo año consecutivo), Claudio Ranieri, Roberto Mancini (hoy al mando de la selección italiana) y Stefano Pioli (en esta temporada, relanzó a Milan). En los últimos tres años, decidió dar algo más de continuidad a los directores técnicos. En 2017, llegó Luciano Spalletti, con un pasado muy positivo en Roma. Tras dos años de trabajar en Inter, logró sacar al equipo de la mitad de la tabla y hacerlo entrar a la U.E.F.A. Europa League y, luego a la Champions League. Sin embargo, su segunda temporada estuvo marcada por el conflicto con el argentino Mauro Icardi, entonces capitán. Si bien el club respaldó al entrenador – se sancionó al delantero con fechas de suspensión y pérdida de la capitanía –, ese episodio lo desgastó y se fue ni bien terminó el campeonato.

         La institución de Milán apostó fuerte en el verano pasado al traer a Antonio Conte, quien fue el constructor de los primeros tres de los nueve títulos consecutivos a nivel nacional de Juventus. Luego dirigió a la selección italiana, a la que llevó a los cuartos de final de la última Eurocopa, donde fue eliminada por Alemania en la definición por penales, luego de derrotar a España. De allí, fue a Chelsea, donde fue protagonista de la Premier League de Inglaterra.

         Con la llegada de Conte, Inter mostró una gran mejoría. Separó y transfirió a Icardi a Paris Saint Germain, consolidó entre los titulares a Lautaro Martínez y le trajo como compañero de ataque a Romelu Lukaku. En la línea de fondo, incorporó al experimentado Diego Godín y promovió a algunos jóvenes como Nicollo Barella. A pesar de haber tenido una marcha irregular y, por momentos, mostrándose como un equipo ciclotímico, salió segundo a un punto de Juventus, cayó en semifinales de Copa Italia ante Napoli (a la postre campeón) y en la final de U.E.F.A. Europa League con Sevilla. Si bien el entrenador pronunció, durante la temporada, una nefasta frase – en su momento dicha por Carlos Salvador Bilardo – como “ser segundo es ser el primero de los perdedores”, y que deberá hablar con la dirigencia para determinar si seguirá o no, Inter debe darle un año más. Porque se vio un Inter protagonista, como hacía mucho que no se veía. Porque, si bien se deben realizar algunos ajustes, se armó una buena base. Porque no se puede pedir ganar todo – por más grande que sea la institución – cuando se viene de una década de no figurar en ningún lado. Porque Conte le dio la seriedad que Inter necesita. Los tiempos son tiranos y el exitismo enorme, pero la cúpula del club debe tener paciencia y apostar esta vez, lo que no hizo en todo este tiempo. Por eso y mucho más, Conte debe seguir al frente de Inter.

El Puma

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